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23 de Febrero 2005

Fe de erratas

Auch

Manual de su nueva sierra eléctrica

Modelo KV-534-SM

Página 4

Donde dice:....................................Debe decir:

-500 Voltios.........................................-5 Voltios

-Serie R .............................................-Serie Rr

-Meta los dedos...................................-NO meta los dedos

-Algunos inconvenientes.........................-Severos daños, irreparables pérdidas

Escrito por Pável, 12:33 PM

20 de Febrero 2005

Los domingos también me levanto temprano

A las siete con treinta para ser exactos. A los siete cuarenta y cinco tomo la ducha y luego desayuno, habitualmente cereal con nueces y almendras, y habitualmente escuchando Serge Gainsbourg No.2 ó Serge Gainsbourg Percussions. Si es éste último, específicamente pongo esa simpática samba que termina en balazos (Les sambassadeurs).

Después dispongo la ropa sucia en el carrito del mercado, así como un garrafón de agua. Salgo alrededor de las nueve treinta rumbo a la lavandería y siempre tomo la calle de las palmeras, donde los pajaritos suelen estar cantando y los perros durmiendo. Alguna vecina estará regando su jardín y el puesto de jugos y frutas ya estará laborando en esa esquina. Cuando llego a la lavandería echo un vistazo para tomar una decisión pronta: Si hay vecinas guapas lavando su ropa entonces me quedo; si no, dejo el encargo y regreso por mi ropa a la semana siguiente. Generalmente pasa lo segundo. Únicamente cuando estoy de un humor excepcional me quedo a lavar independientemente de que haya vecinas guapas o no. Eso porque me parece curioso que a esa hora yo sea el único hombre en la lavandería y no falta quien me haga plática y me aconseje algún tipo de detergente mientras me pone al tanto de los negocios de su esposo o de las correrías de sus hijos. Jamás les digo que soy psicólogo, lo cual podría desembocar en consultas interminables frente a las lavadoras y los blanqueadores; cuando me preguntan a qué me dedico les digo que a la herpetología o al proxenetismo, ante lo cual guardan silencio unos segundos y siguen hablando de sus vidas familiares.

Al abandonar la lavandería paso a la tienda de la esquina a comprar el agua. Mientras me atienden leo los titulares de los periódicos. En esta ciudad el 50% de ellos se refieren a resultados de fútbol y el resto a otros asuntos. Cuando salgo de ahí ya tengo una idea muy clara de lo que ha sucedido el sábado y estoy listo para ir por las tortillas. Doy vuelta a la calle, camino otras dos y llego a la tortillería que, curiosamente, se hace llamar “tortilladora”. Ésta es atendida por 4 sordomudos con los que intercambio señas para pedirles un kilogramo. Al salir de ahí tomo dirección rumbo a la casa. En un puesto de periódicos compro uno. Es importante comprarlo ahora y no antes, porque en mi carrito del mercado los objetos son dispuestos en un orden especial para que nada se maltrate en demasía.

Cuando regreso a casa (once o doce de la mañana) Luis se está levantando y está a punto de preparar su “desayuno”. Yo me siento un momento a leer el periódico, y a partir de ahí el domingo es muy variable. Puede que haya una película, un concierto o una exposición interesante, o que el departamento necesite de una limpieza profunda. Si se trata claramente del segundo caso entonces escojo la música que me ha de acompañar durante el proceso. No puedo barrer, sacudir o trapear si no es con la música adecuada.

Bueno, toda esta descripción es sólo para ilustrar que muchas horas de mis domingos serían desaprovechadas si no fuese por mi hija, quien comienza a azotar la puerta de mi habitación A LAS SIETE QUINCE DE LA MAÑANA para que me levante ipso facto y le proporcione sus alimentos. Lo cual sucede entre las siete treinta y uno y las siete cuarenta y cuatro, antes de mi ducha. Es decir, es lo primero que hago los domingos.

Monnelle

Escrito por Pável, 2:35 PM

16 de Febrero 2005

Ozono 425

SS274BR

Este es el lugar más importante de todo el edificio: El salón principal de la planta procesadora. No hay que dejarse llevar por el tamaño; aunque de pequeñas dimensiones, la labor que en este lugar se realiza resulta ser la más importante en la obtención final del producto.

Pero repasemos precisamente el trabajo completo. Siguiendo una metodología que ha sufrido pocas modificaciones desde principios de siglo, en primer lugar los ozonos deben ser recolectados en los nidos que ellos mismos construyen en los suburbios y en las antiguas minas de cabalita. De ahí son trasladados directamente al primer piso de esta planta donde se someten, todavía vivos, a una especie de limpieza genética; los cromosomas 3 y 7 son removidos y sustituidos por agentes de magnesio. Posteriormente sus extremidades son separadas del tronco. Las primeras se reciclan con fines de investigación, y el tronco o cuerpo pasa al segundo piso donde inicia el proceso de fermentación y enjuague. Dada su especial condición biológica los ozonos aún siguen técnicamente vivos al final de estas dos etapas. Es entonces cuando aquí, en el salón principal, se lleva a cabo el particular procedimiento de “cesar” la actividad del ácido desoxirribonucleico transmisor; una especie de “eutanasia” a medias para estos bicharrajos. En dicha operación no interviene el factor humano, ya que este último paso es increíblemente rápido: A los 30 nanosegundos de aplicada la “eutanasia”, los ozonos expelen (cada uno de ellos) hasta 3 mililitros de un líquido pardo que se recolecta y posteriormente se decolora.

Este producto final es lo que se conoce como Ozono 425; la sustancia activa que desde hace cinco generaciones es agregada al agua embotellada, y que hace que la gente permanezca siempre estúpida, relajada y sonriente.

Escrito por Nôd, 3:06 AM

15 de Febrero 2005

Nuestra charca

Montes, Osito


Ya era de noche y apenas llegaba a esa ciudad por una comisión de trabajo; tenía una reunión temprano a la mañana siguiente. Como usualmente sucede, el taxista me preguntó si quería ir al hotel o a “relajarme”. Iba holgado de viáticos y me ganó la curiosidad.

-¿A dónde me va a llevar?- pregunté
-Pues está el Edén señor. Pero a donde guste.
-Ése está bien.

El famoso Edén. Cuatro sur y tres poniente. Colonia Esmeralda. Zona residencial.

Una señora guapa y regordeta, a la que nunca sabré por qué le apodan “La Comadreja” salió a recibirnos con genuina amabilidad. Intercambió palabras en voz baja con el taxista y luego me hizo esperar en una especie de sala. Si cortinas de terciopelo rosa y alfombra de leopardo son o no de mal gusto eso se lo dejo a los diseñadores; el detalle encantador fue encontrar en las mesita dulces del Osito Montes.

Cuando eché un vistazo al lugar y me di cuenta del tamaño de la casona un recuerdo bobo me tomó por sorpresa: En la gloriosa escuela preparatoria número uno, Luis y yo participamos en una puesta en escena de una obra didáctico-infantiloide de Emilio Carballido, “Sucedido entre ranas y sapos”. Los dos hacíamos de sapos. En una escena había una cancioncita a la cual le cambiamos la letra nada más por no dejar.

La original comenzaba:

Nuestra charca era tan grande
Que parecía una laguna
Cuando la noche era clara
Cantábamos a la luna

Y nuestra versión decía:

El burdel era tan grande
Que se parecía a las Vegas
Cuando la noche era clara
Sacábamos nuestras vergas

Y sí: Realmente el burdel era grande. En su pasillo fácilmente pude contar diez habitaciones en el primer nivel. Por la disposición de los cuartos, por el patio central, por las plantas y por la fuente de angelito meón me recordó a muchos motelillos del centro de Cuernavaca.

-Cómo le puedo ayudar joven.
-Traiga a la más esbelta.
-¿Uh?
-A la más flaca señora. Puros huesos.

Trajo a una joven.

-A esta nadie la quiere porque no tiene tetas- dijo de buen humor la Madame. La chica ni se inmutó ante el "chiste".

-Es perfecta señora.
-Ay mijo, no me digas que no te gustan las tetas.
-Estuve a punto de morir asfixiado por una par de ellas señora. Larga historia.

Carcajadas estentóreas de doña Comadre. Con la misma me cobró. Con la misma le dijo a su chica:

-La siete mijita.

Fui guiado. Nos encontramos en el pasillo con un tipo de aspecto de guaruril. Acomodándose los lentes oscuros y la corbata a las once de la noche (?). Entramos al cuarto. La indicación obvia y estúpida de mi parte:

-Quítate la ropa.

-¿Y ahora?

-Da una vuelta.

-¿Y ahora?

-Haz lo que quieras. Me voy a echar una siesta y avísame cuando termine tu tiempo.
-Ajá. Eres otro de esos tipos raros.
-¿Raros?
-Los que pagan y no hacen nada.
-Yo no voy a hacer nada pero tú haz lo que quieras. Digo, si te aburres.
-Y al rato me vas a preguntar que si soy feliz, que si tengo hijos, que si me tratan bien, que si la chingada.
-No me interesa. ¿Y quién te dijo que me tutees?
-Perdón.
-Espera, sí puedes ayudarme en algo. ¿Cuál es la clave de larga distancia de esta ciudad?
-No sé.
-Coño.
-Hay un directorio ahí.
-Me da hueva.
-Como guste.
-Me avisas cuando pase la hora, no se te olvide. Tengo reservaciones en un hotel.
-En fin. Es su dinero.
-Realmente es dinero de la empresa.
-¿Se la chupo?
-Haz lo que quieras.

Cerré los ojos y me dispuse a dormir.

Escrito por Pável, 4:15 AM

11 de Febrero 2005

Deja ya de quejarte, maldita sea

Cloro

Estaba abriendo una botella de cloro para desinfectar mi baño cuando recibí esa llamada de Rebeca:

-¡Hola! ¿Qué haces?
-Poniéndome unos guantes de látex. ¿Por?
-Acompáñame a una fiesta.
-Cuándo.
-Ahorita.

En veinte minutos ella ya estaba en mi casa. Subí a su auto y me llevó por los rumbos de Balbuena. Durante todo el trayecto habló muy poco y yo no quise interrumpirla. Siempre conduce demasiado rápido y me pongo algo nervioso cuando los cinturones de seguridad no funcionan.

Llegamos a un edificio de departamentos. Bajamos y ella tocó el timbre tímidamente. Entonces me di cuenta que habíamos llegado con las manos vacías a la "fiesta". Dije:

-Creo que antes deberíamos comprar algo ¿no? Alguna botana.

Ella no respondió y miró hacia arriba, a los departamentos.

-No hay ninguna fiesta- dijo ella.

Guardé silencio.

-Quería que me acompañaras a ver a un tipo.

Apenas en ese momento me percaté que ella estaba un poco borracha. Me quedé de pie a lado del auto. Ella tocó ahora con mayor frecuencia y fuerza.

-¿Qué piso es?- pregunté.
-Tres.
-No hay luz en todo el piso tres.
-Sí, pero seguro el güey la apagó cuando toqué la primera vez. Se está escondiendo.
-¿De qué se trata esto? ¿Te debe dinero?
-El güey cogió conmigo hace una semana y no me ha vuelto a llamar.

Guardé silencio. Ella siguió:

-Hoy le estuve mandando mensajes a su celular y no me contesta. Ya me acabé el crédito, mira.

Me enseñó su teléfono. Siguió:

-Oye, préstame tu celular, tengo que hablarle.
-No uso celular.
-¿Por qué?
-No me agrada recibir mensajes de mujeres histéricas.

Me dio la espalda y comenzó a gritar el nombre del sujeto. Algunos perros le hicieron coro.

-No sé, piensa en las posibilidades -dije-, quizá esté muerto y nadie se ha dado cuenta aún.

Al decir eso me imaginé el cadáver del tipo tirado en el baño, envuelto en las cortinas de la ducha, desnudo y con los ojos en blanco. Cuando llegase la policía y le tocase el rostro con un palito la mandíbula se le caería, al tiempo que un gusano aparecería por su orificio nasal izquierdo. "Sí" pensé mientras sonreía, pero el grito de Rebeca me devolvió a la realidad.

-¡Ay no, cállate, no digas eso!

Se cansó de tocar y se sentó en la banqueta. Yo seguí de pie frente a ella. Comenzó a sollozar.

-Es que a veces me siento tan sola... ¿Tú has cogido con una chava y no le has vuelto a llamar?
-Muchas veces querida; aunque no tantas como quisiera.
-Todos ustedes son unos cerdos.
-Sí- dije dándole por su lado. Tomé una servilleta que estaba tirada en la calle y dibujé figuras de palitos representado personas. Hice como quince y se las enseñé.

-Mira, estos somos los hombres. Todos somos iguales. Igualitos.

Con mi comentario pasó del sollozo al enfado. Entonces hizo algo que no esperaba. Se puso de pie y comenzó a buscar objetos en el piso. Piedras. Las escogía. Hasta las limpiaba.

-Qué chingados haces.
-Este güey se va a acordar de mí.

Me di media vuelta y comencé a caminar.

-¿A dónde vas?
-A tomar un taxi. Dejé abierto el cloro.

Me alejé y al doblar la esquina escuché un cristal roto y una alarma. Comencé a correr.

Escrito por Pável, 4:50 PM

10 de Febrero 2005

Elogio de la tristeza en tiempos inciertos

St. Martin

Por las noches tenía que atravesar el Canal Saint Martin para llegar al departamento. En varias ocasiones me desvié tomando la Quai de Jemmapes para llegar a una pequeña galería que a esas horas por supuesto estaba cerrada. En mi paso había también cafés tan pequeños en su interior que sólo cabían dos o tres mesas. Algunas librerías repletas de folletines, carteles y novelas negras salían a mi paso si caminaba hacia el norte. Frente al departamento había una iglesia y un hospital. Me detenía por instantes en todos estos lugares contemplando la quietud que ofrecían sus vacíos, el contraste de los objetos quietos cuando no convivían con las personas. Comparaba su silencio nocturno con su bullicio vespertino, el que presenciaba horas antes cuando salía a perderme sabiendo que retornaría. En su bullicio y en su silencio eran lugares hermosos e inasibles, como todos los lugares lo son cuando no pertenecemos a ellos.


A través de la ventana

Más de una vez me detuve en las tiendas de vino para llevarme una botella a casa. En una de esas noches apenas llegar preparé la tina, destapé la botella y me sumergí repitiendo tu nombre. Una estación de radio árabe se oía a lo lejos, y a lo lejos también se diluía mi futuro mientras se me escapaban los minutos a través de la ventana del baño.

Cuando me perdí buscando la Rue Chaptal

Quisiera ser tan meticuloso en la descripción de esos días de tal manera que no escapase detalle alguno. Pronto me doy cuenta que sería inútil. Únicamente quisiera decirte que en cada minucia solía encontrarte; que era inevitable que me acompañases a todas partes. Estabas conmigo cuando dejé esa carta a escondidas en la Rue de la Chapelle; cuando me senté a mirar el Sena a medianoche; cuando me perdí buscando la Rue Chaptal y entré a un burdel a preguntar; cuando escudriñaba los rostros de los viajeros en la Gard du Nord o las de los turistas en Sacre Coeur; cuando encontré ese extraño álbum de Gainsbourg sobre el Boulevard Saint Michel. Era frecuente que te preguntase qué calle tomar, en qué dirección doblar, a dónde dirigir los pasos. Te contaba pequeñas bromas que seguramente no entenderías (“Mi vida social mejoró drásticamente desde que ingresé al club swinger”) e imaginaba si podría adivinar en tus gestos el gusto por la ciudad. Atravesábamos juntos el encantador parque lleno de niños y ancianos que desafiaban al frío.

En esta vida no pasa nada, somos ajenos a todo. Pero es en las intersecciones, en las interferencias donde las cosas se hacen posibles. Toda entidad concreta representa una apariencia; es como una fachada tras la cual lo verdadero se esconde. Por ejemplo, siempre podemos buscar bajo los puentes, en las entradas del metro, en las calles cerradas, detrás de los cuadros del Louvre, en las esquinas de los edificios, en los ángulos de las esquinas, en los agujeros, en los campanarios o en los encuentros fugaces como el nuestro. Un cruce entre mi camino y el tuyo, donde desde el primer instante tienes que pensar: “Mañana no la vuelvo a ver”. Quiero decir: Sin tu presencia mis días posteriores no hubiesen sido posibles; los colores no hubiesen sido posibles, ni las galerías ni las nubes ni las notas de jazz perdidas en el aire hubiesen sido posibles, porque todos esos detalles hubiesen pasado de mí si no hiciese un esfuerzo por compartirlos contigo, por retenerlos y contártelos. Las ciudades con sus paisajes no existen; existe la experiencia percibida que tengo de ellas y el recuerdo guardado en un frasco que me permite decirte: Mira, estabas allí conmigo. El frasco está lleno de aire, nada vemos en él pero podemos respirarlo. Sé inclusive que hoy que te escribo los recuerdos son de una pobreza notable; aún así cierro los ojos y la temperatura de la calle vuelve, el frío sobre mi piel vuelve, los árboles sin hojas vuelven, la consistencia de las bancas y el aleteo de las palomas vuelven y te los regalo.

No cambiaste mi vida ni mucho menos. Simplemente estabas ahí. Si yo estuve ahí también es algo que te toca decidir. Para mí tu presencia fue la guía para descifrar los códigos, para leer las calles. ¿Que si quiero volver a verte? Poco importan mis deseos ahora, en estos momentos en los cuales todo es inestable.

¿A dónde me llevará este desconcierto?

El encantador parque...

Escrito por Pável, 3:16 AM

8 de Febrero 2005

En serio: Se acabó la diversión

Estimado Lic. Gonzáles:

Hace apenas unos minutos repasaba algunas escenas de mis películas favoritas de Lynch. Al terminar de hacerlo y volver a la televisión otra historia de horror me desencajó el rostro. Era el canal del Congreso. Ahí, más nervioso que efectivo, el responsable máximo de las finanzas de PEMEX daba cuenta del estado actual de la empresa que sigue siendo la columna vertebral de la economía de este país: Petróleos Mexicanos es la compañía petrolera más endeudada del planeta. Mi precario equilibrio mental me impidió continuar con lo que veía y escuchaba; así que apagué el televisor, arrojé lejos el control remoto y me senté a meditar un poco mientras se calentaba el agua para mi té de tila.

Mis reflexiones no hicieron más que aumentar mi temblorina invernal. Apenas el primer mes del año se evapora y junto con él, las sonrisas que antaño adornaban los rostros de nuestros funcionarios al grito de "no pasa nada". Mírele bien la cara a todos ellos ahora: Adustos, tensos. Qué par de años nos esperan.

Sr. Secretario de Gobernación: Se acabó la diversión. Asuntos laborales me llevaron la tarde de ayer por los rumbos de Bucareli; edificante espectáculo me esperaba: Turba endemoniada apedreando la mismísima Secretaría de Gobernación. Pero es cosa habitual. Otra protesta de campesinos.

Lo que realmente debe tener infartadas a nuestras más altas autoridades es el caso del señor Nahum Acosta. Imagínese usted: Un espía del narcotráfico laborando ni más ni menos que en los Pinos. El señor Acosta se desempeñaba como encargado de las giras presidenciales, y en sus ratos libres resultó que hacía y recibía llamadas de importante narcocapo. Más de uno ha pegado el grito en el cielo viendo un gravísimo peligro para la seguridad nacional y la integridad física del Presidente. Para nosotros es evidente que de haberse querido así, Chente Foz ya estaría tres metros bajo tierra cortesía de Osielín, el Chapo Guzmán o cualquier otro honorable hombre de negocios. Lo cual por supuesto no deja de ser inquietante. Y para coronar, quien al parecer dio el pitazo acerca del intruso fue la propia CIA, según cuentas las malas lenguas. Es decir, ¿la CIA tiene intervenidos los teléfonos de los capos, de los Pinos, o los de todos? Cuide lo que dice cuando hable.

Cartón de Helguera para La Jornada


Sr. Roberto Madrazo, se acabó la diversión. El PRI se jugaba mucho en las elecciones del pasado fin de semana. El estado de Guerrero en particular era un punto neurálgico, un escaque importantísimo en el ajedrez político nacional para las elecciones del 2006. Era un bastión de las huestes de Madrazo hasta este fin de semana donde al parecer han perdido las elecciones. Tan importante era la entidad para el posicionamiento geoestratégico que en días pasados la revista Proceso divulgó un supuesto plan (llamado Faro 2005) elaborado por el PRI, el cual se proponía "a toda costa" evitar una victoria perredista en las urnas. Unos ejecutaditos horas antes de las elecciones confirmaron que el aire no estaba turbio, sino bastante espeso. El PRI y el PRD llegaron empatados en las encuestas y al final las elecciones se las lleva el segundo. Aquí cabría hacer un apunte respecto al criterio de los votantes. En muchas ocasiones los políticos y nosotros mismos nos concebimos con una fuerte carga de ingenuidad al momento de emitir nuestro voto. Pero en una rápida mirada a los recientes procesos electorales nos daremos cuenta que los resultados por lo general han favorecido a los candidatos “menos malos” (menos malos en el papel). Recordemos que en el caso de Tlaxcala por ejemplo, la ciudadanía se negó a apoyar a un representante de la frivolidad (Maricarmen Ramírez), que en Quintana Roo el nefando “Chacho” va perdiendo y sus aventuras versus Hendrix –otra fichita, donde las haya- pronto serán cosa del pasado. En el caso de Guerrero, el PRD puso a una persona que se ha ganado una buena reputación, hasta ahora sin cola que le pisen, serio y con pinta de honesto (Zeferino...). Esto bastó para ganarle al PRI. Pero repitiendo, el madrazo se lo llevó Madrazo y AMLO comienza bien el año después del golpeteo con el cual terminó 2004.

Súmese a estas indigestiones de Madrazo la reaparición de la todavía poderosa “maestra” (introducir aquí el tema musical de Darth Vader) a quien se le vio por el rumbo de Polanco (sus rumbos) y quien, dicen algunos, emitió extraños sonidos guturales. El hígado del dirigente priista no debe estar en sus mejores días.

Regresé a escupir en sus tumbas, muchachitos

Concluyendo Se lo comentábamos a Gerardo en su reciente visita al defectuoso; y más que una conclusión racional es como un mal presentimiento. Y en ¡LEÑE! nos encanta ser agoreros de lo malo. Así como anda de alebrestado el narco, así como anda de turbia la polaca, no nos extrañemos que dentro de unos meses tengamos a otro muertito famoso. Lo plantearemos como en aquellas historietas de superhéroes. A uno de estos personajes lo van a llenar de plomo; Amiguito, haz clic y adivina a cuál.


Un saludo,

Escrito por Lic Osorio, 3:43 PM

3 de Febrero 2005

Señores narcotraficantes: Se acabó la diversión

A ver, todos los chicles motita sobre la mesa

El Estado Mexicano no va a permitirles más sus canonjías ni prebendas. Este país no les pertenece, ni es su jungla particular. Ahora sí van a sentir el rigor de la autoridad. Nuestros gloriosos cuerpos de seguridad han tomado fuertes medidas al respecto, que van desde la recuperación de nuestras cárceles hasta la confiscación de todos los chicles en sus respectivas celdas.

Si usted es un capo que opera desde el interior de uno de nuestros cómodos penales de máxima seguridad, sepa que a partir de ahora queda estrictamente prohibido lo siguiente:

-Hacer llamadas a noticieros de horario estelar desde su celda.
-Escaparse en el carrito de la ropa sucia.
-Mandar a pedir un comando en helicóptero para ser rescatado.
-Enviar grupos paramilitares a realizar vendettas en las calles de Tamaulipas.
-Matarse mutuamente entre hermanos, abogados y demás compinches dentro de las instalaciones del penal, en horas de visita (qué falta de educación, habrase visto semejante grosería).
-Por último, y no menos importante, queda estrictamente prohibido burlarse de las orejas del Mochaidem.

------>Estoy de acuerdo, que me respeten


NO ES BROMA; ESTA VEZ VA EN SERIO.

(Bendito, hoy me siento más seguro que ayer.)

Escrito por Lic Osorio, 3:38 PM

2 de Febrero 2005

Estas son las páginas que no vas a leer

Fiel a mi vocación

Sé que escribo esto para no quedarme quieto. Tu recuerdo me paraliza ahora que debo organizar mi vida de nuevo y no puedo darme el lujo de detenerme. Sé que eventualmente voy a olvidarte pero necesito hacerlo lo antes posible. Tal como lo harás tú conmigo.

Cuando te vi supe que te escribiría esta carta y también supe que no la conocerías completa, porque la primera parte de la historia la viviste conmigo en la ciudad D. Estos son pequeños fragmentos de mi caída, y el asunto es tan banal como puedo serlo cualquier historia de encaprichamiento de una persona con otra.

Debo decir en mi defensa que eres insoportablemente encantadora. Debería odiarte por haber sacado con asombrosa facilidad esa parte perdida de mí. Deberías verme habitar mi ciudad; en mis días, en mi ambiente; gritándole a los niños, insultando a los conductores, pateando a los gatos, dándole zancadillas a los ancianos; deberías saber cómo se practica la misantropía más desinteresada y pura en la ciudad de la desesperanza. Pero mantengamos esto en secreto; hagamos un pacto; aprovechemos la ausencia de testigos: Tú conociste a otra persona en el invierno de tu ciudad. Yo no estuve ahí y nunca había visto a la persona con la cual trataste.

Miento. Es mejor no mentir. Está bien: Era yo. Nadie aparte de ti tuvo el dudoso privilegio de observar el lamentable espectáculo que ofrecí en las calles de ciudad D. No le cuentes a nadie que bailé contigo, que te compré flores, que te canté, que te escribí notas. Shhhh. Tengo una reputación qué cuidar.

Un par de horas antes de verte por primera vez había conocido tu voz. “¡Hola! ¿Dónde estás?” dijiste a través del teléfono. Yo estaba en Aachen. Tomé un tren y cuando estuve en ciudad D volví a llamarte. El mismo saludo y la misma pregunta de tu parte “¡Hola! ¿Dónde estás?” en perfecto español. Ahora estaba en Hauptbahnhof. “Escucha, no podré ir por ti” decías, "¿podrías venir solo a mi casa?” “Claro, sólo dime cómo.”

Estas fueron las instrucciones para llegar a tu departamento: Vives en la calle D, en ciudad D. Desde Hauptbahnhof debes dirigirte al andén 13 y tomar cualquiera de estos dos trenes: 8 ó 18.

Entonces decía que al llegar toqué el timbre, abriste y esperé al pie de las escaleras. Y apareciste. Me invitaste a pasar. Me dejaste solo unos momentos para tomar una ducha. Luego te disculpaste; tenías que terminar un reporte. Te dije que no había problema, que había cargado con un buen libro y lo terminaría mientras tanto. Me quedé sentado en la cocina, fingiendo que leía. Regresabas cada cinco minutos a preguntarme algo de tu reporte; era un trabajo de traducción al español y convenientemente mi lengua materna es el español. “¿Conoces a Unamuno? ¿A Galdós? ¿Qué significa tunante? "

Por supuesto que yo me comportaba normal en esos momentos. Soy un dechado de ecuanimidad, de temple. Pero ¿cómo qué querías que te dijera? “Hola, soy un platelminto. ¿Qué se cree usted, que con sonreir así va a hacerme vulnerable? Más que eso: Estoy hecho una sopa. Soy una marioneta en sus manos. Tenga, haga lo que quiera. No tengo voluntad ante usted señorita. Soy un despojo.”

Pero parecía que tenía todo bajo control ¿verdad? Después de todo, soy mucho más viejo que tú. Y recuerdo muy bien que combatí con valor tu sonrisas. Pero con tus suspiros no pude. Esta no es una broma, así que deja de sonreir. Tus suspiros fueron un golpe bajo, una sucia jugarreta. Que funcionó muy bien por otra parte. ¿Por qué suspirabas tanto?

Terminaste tus labores y me invitaste a salir. ¿De qué se trata esto? A las once de la noche, con menos de cero grados ahí afuera. Vayamos. Subamos al tranvía. Después al metro. Me enseñarás los locales cerrados, las pistas de baile, los cafés, las panaderías y las iglesias. Todo cerrado. “No lo entiendo” dirás ”A esta hora aún suele estar abierto todo” ¿Por qué estaremos muertos de la risa? ¿Por qué nos miraremos a cada instante? Misterios. Fingiremos que el idioma es el culpable de algunos deliciosos silencios. Me llevarás al río. Habrá luces al otro lado. Te preguntaré por tu sitio favorito junto a él. Y ahí bailaremos un poco. Frente al río se decidirá todo (esta carta, tu recuerdo)

Encontraremos la última pizzería abierta. Conseguiremos una generosa porción de vino de parte del administrador, un italiano. Ahí seguiremos siendo unos necios. Te preguntaré por la palabra más larga de tu idioma. Te diré la mía (¿parangaricutirimícuaro? Tienes razón, estaba ebrio).

Y finalmente regresaremos a tu departamento.

(A la distancia no culparé al alcohol; asumo mi responsabilidad. Sabía perfectamente lo que hacía. ¿Qué hacía? Sucumbir como un infante. Olvidar lo esencial de mi idioma, recordar únicamente dos palabras para escribirlas en tu espalda...)


(Fiel a mi vocación pirómana, acerco fuego a estas páginas. Dejémoslo así. Tú sabes bien lo que sucedió)

Escrito por Pável, 9:19 AM