« Deja ya de quejarte, maldita sea | Página principal | Ozono 425 »

15 de Febrero 2005

Nuestra charca

Montes, Osito


Ya era de noche y apenas llegaba a esa ciudad por una comisión de trabajo; tenía una reunión temprano a la mañana siguiente. Como usualmente sucede, el taxista me preguntó si quería ir al hotel o a “relajarme”. Iba holgado de viáticos y me ganó la curiosidad.

-¿A dónde me va a llevar?- pregunté
-Pues está el Edén señor. Pero a donde guste.
-Ése está bien.

El famoso Edén. Cuatro sur y tres poniente. Colonia Esmeralda. Zona residencial.

Una señora guapa y regordeta, a la que nunca sabré por qué le apodan “La Comadreja” salió a recibirnos con genuina amabilidad. Intercambió palabras en voz baja con el taxista y luego me hizo esperar en una especie de sala. Si cortinas de terciopelo rosa y alfombra de leopardo son o no de mal gusto eso se lo dejo a los diseñadores; el detalle encantador fue encontrar en las mesita dulces del Osito Montes.

Cuando eché un vistazo al lugar y me di cuenta del tamaño de la casona un recuerdo bobo me tomó por sorpresa: En la gloriosa escuela preparatoria número uno, Luis y yo participamos en una puesta en escena de una obra didáctico-infantiloide de Emilio Carballido, “Sucedido entre ranas y sapos”. Los dos hacíamos de sapos. En una escena había una cancioncita a la cual le cambiamos la letra nada más por no dejar.

La original comenzaba:

Nuestra charca era tan grande
Que parecía una laguna
Cuando la noche era clara
Cantábamos a la luna

Y nuestra versión decía:

El burdel era tan grande
Que se parecía a las Vegas
Cuando la noche era clara
Sacábamos nuestras vergas

Y sí: Realmente el burdel era grande. En su pasillo fácilmente pude contar diez habitaciones en el primer nivel. Por la disposición de los cuartos, por el patio central, por las plantas y por la fuente de angelito meón me recordó a muchos motelillos del centro de Cuernavaca.

-Cómo le puedo ayudar joven.
-Traiga a la más esbelta.
-¿Uh?
-A la más flaca señora. Puros huesos.

Trajo a una joven.

-A esta nadie la quiere porque no tiene tetas- dijo de buen humor la Madame. La chica ni se inmutó ante el "chiste".

-Es perfecta señora.
-Ay mijo, no me digas que no te gustan las tetas.
-Estuve a punto de morir asfixiado por una par de ellas señora. Larga historia.

Carcajadas estentóreas de doña Comadre. Con la misma me cobró. Con la misma le dijo a su chica:

-La siete mijita.

Fui guiado. Nos encontramos en el pasillo con un tipo de aspecto de guaruril. Acomodándose los lentes oscuros y la corbata a las once de la noche (?). Entramos al cuarto. La indicación obvia y estúpida de mi parte:

-Quítate la ropa.

-¿Y ahora?

-Da una vuelta.

-¿Y ahora?

-Haz lo que quieras. Me voy a echar una siesta y avísame cuando termine tu tiempo.
-Ajá. Eres otro de esos tipos raros.
-¿Raros?
-Los que pagan y no hacen nada.
-Yo no voy a hacer nada pero tú haz lo que quieras. Digo, si te aburres.
-Y al rato me vas a preguntar que si soy feliz, que si tengo hijos, que si me tratan bien, que si la chingada.
-No me interesa. ¿Y quién te dijo que me tutees?
-Perdón.
-Espera, sí puedes ayudarme en algo. ¿Cuál es la clave de larga distancia de esta ciudad?
-No sé.
-Coño.
-Hay un directorio ahí.
-Me da hueva.
-Como guste.
-Me avisas cuando pase la hora, no se te olvide. Tengo reservaciones en un hotel.
-En fin. Es su dinero.
-Realmente es dinero de la empresa.
-¿Se la chupo?
-Haz lo que quieras.

Cerré los ojos y me dispuse a dormir.

Publicado por Pável 15 de Febrero 2005 a las 04:15 AM