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22 de Octubre 2003
El vulnerable reino del secreto
El Príncipe murió en el invierno del 2004. Según se establecía en la rigurosa tradición, el momento del fallecimiento hubo de someterse al control más estricto jamás organizado; lo que el Príncipe sabía y callaba debía pertenecer al reino del secreto.
Los aposentos donde el Príncipe pasó los últimos momentos fueron sellados dos semanas previas al deceso. Una vez acontecido éste se dispuso que dichas habitaciones permaneciesen clausuradas durante cincuenta años. A nadie le fue permitido tomar con ningún medio imágenes del Príncipe en sus últimos días, ya sea enfermo o difunto, ni registrar con ningún instrumento sus últimas palabras para después reproducirlas. Con ningún instrumento; ni siquiera con la memoria humana:
Durante la agonía no hubo lugar ni siquiera para un confesor (se le creía un Santo y por ende, sin necesidad del sacramento). Únicamente dos personas le acompañaron en sus momentos finales, y ambas eran sordas y mudas, con la preparación mínima adecuada para el cuidado de un enfermo terminal. En una solicitud que llegaba al colmo de la precaución y rozaba la ridiculez, se le pidió a los cuidadores colocarse una venda en sus ojos cuando el fallecimiento fuese inminente, para evitar la lectura de los labios.
Una vez acontecida la muerte, se estipulaba "comprobarla" oficialmente, labor encomendada al cuidador de mayor edad.
La muerte llegó. El cuidador la comprobó, mediante pulso y respiración. Se quitó la venda. Pasaron unos segundos, y por un extraño y aciago fenómeno fisiológico, los labios del cadáver se contrajeron, y formaron una sílaba. Una sola sílaba con sentido.
El cuidador de mayor edad comprendió; el otro, daba la espalda a la escena.
Y el que comprendió la sílaba quisiera no haberlo hecho. Desearía haber nacido ciego.
Ahora una jauría de ministros, legionarios y asesinos se desespera en busca de su paradero.
Todos los reinos tienen puertas. Todas las puertas tienen llave.
. . .
Escrito por Nôd, 2:40 AM
18 de Octubre 2003
Angelita Lundy y su oferta
Distinguidos:
Angelita Lundy me escribió el día de ayer. No tengo el gusto de conocerla, sin embargo esto no impide que amablemente me ofrezca un tratamiento para alargarme el pene. La señorita (más bien por la naturaleza de su trato debe ser señora) Lundy en su correo electrónico me garantiza que si yo le doy mi número de tarjeta crediticia, ella realizará mi deseo más profundo: poseer un hermoso pene de 25 centímetros de largo, capaz de satisfacer al cuerpo (y supongo que paladar también) más exigente.
No sé como Angelita consiguó mi correo, pero empiezo a sospechar que eso no debe ser empresa difícil, ya que otras personas han tenido la gentileza de preocuparse por el mismo tema: Susan Armando, Leslie Alexander, Tabitha Richaud, Karen Indira, todas ellas mujeres interesadas en la satisfacción que un extraño como yo puede experimentar y prodigar a su(s) amada(s). Sin embargo he decidido que si bien mi aparato reproductor no alcanza semejantes proporciones, no tengo el menor interés en su oferta, por lo tanto he hecho caso omiso de ella.
También el día de ayer recibí otro correo. Se trata de otra generosa oferta, esta vez por cortesía de Thomas Kirk: Si le envío un pequeño cuestionario con algunos datos míos, tales como mi nombre, edad, país de origen, ocupación, destino favorito para viajar y sexo, me adjudico un boleto de avión gratis a un bonito lugar de descanso, como por ejemplo White Falls (¿?) o una bella pradera cercana a Portland. Solamente me pide que me apure, porque la oferta es tan fantástica que únicamente la ofrece a otros 100,000 usuarios de internet. Ah, sí, y que le dé mi número de tarjeta crediticia, para verificar mi mayoría de edad. Pero como he decidido, en vez de Portland, veranear en la cosmopolita playa de Chelem, he hecho caso omiso de su oferta.
Hoy, al abrir mi correo electrónico, he encontrado estas ofertas y muchas otras más, que van desde títulos universitarios hasta novedosos recubrimientos para que la pintura de mi automóvil no sea dañada por la nieve. Y por supuesto, la petición de que les informe acerca de los 14 numeritos que vienen plasmados en mi tarjeta de crédito. Tendré que hacer caso omiso de estas ofertas nuevamente. Les comento, por si ustedes si se interesan.
Un abrazo
Escrito por Lic Gonzáles, 11:59 PM
17 de Octubre 2003
El Caso del Dr. Bolsazo
Ésta ya se la conté a JC, pero se las paso al costo. Quizá ya estén enterados de la tierna historia del Dr. Bolsazo (ex esposo de Sari Bermúdez).
Ésta fue una de las comidilla de verano por estos lares.
Saludos cordiales y lèanla, vale la pena divertirse (o llorar) a expensas de los servidores pùblicos.
(Cartón de Helguera para La Jornada)
Lic Osorio
pd. Por cierto ¿Cómo va su Congreso del Estado? ¿Sigo el Patito Patròn gobernando con mano firme? Jeje
Escrito por Lic Osorio, 11:58 PM
Carnavalito
Distinguidos:
Como bien señalara el Lic Osorio, el ex sotto secretario de salute nos mostró una vez más que en este gobierno hay un permanente carnaval.
Con increíble candidez, el Psiquiatra Bolsazo ofrecía todo tipo de cochupos y chanchullos "legales"...¡a través de internet!.
Claro que luego, el siempre impávido Santiago Creel informó que afortunadamente el mal empleado fue descubierto a tiempo, cuando realmente quien cerró la trampa a través del almidonado cuello del oriundo de Triestre, Italia, fue un periodista de apellido Avilés. Lo más penoso del caso, es que el indiciado Dr. Belsasso ya había sido descubierto engañando al propio gobierno, cuando a principios de la década de los noventas fue destituido como cónsul de México en Nueva York (cargo que incluso nunca llegó a ejercer) porque alguien descubrió que falsificó un documento oficial para hacerse pasar como ciudadano mexicano por nacimiento (por cierto, ya desde esta vez el Dr. Belsasso mostró su tierna inocencia, que raya en la estupidez, al falsificar una cartilla del Servicio Militar, lo cual es una práctica común entre adolescentes...¡pero no entre funcionarios gubernamentales, y menos entre cónsules!). Cuando uno cree que ya nada lo sorprende, nomás con mirar el periódico...
Si el propio gobierno volvió a emplear a semejante sujeto, es porque (y demás no hay que ser un Premio Nóbel para sospecharlo) detrás del Dr. Bolsazo existe una maraña de funcionarios "ejemplares" en el gobierno del cambio. Bien dicen que "no es culpa del indio, sino de quien lo hace compadre".
El magnífico Jefe Diego es otro de los dilectos representantes ciudadanos del cual debemos sentirnos orgullosos (la caricatura de Helguera es un excelente editorial al respecto).
Juez y parte, amigo de los poderosos y titiritero de la Carta Magna, se ofende al ser cuestionado con respecto a los objetivos que persiguen sus clientes, quienes sospechosamente sienten una inusual afición por el erario público, no importando de qué dependencia se trate. Baste para comprobar lo anterior escuchar el inicio de una de las grabaciones de una conversación telefónica entre él y Antonio Lozano Gracia, ex procurador general y actual socio del buffete jurídico del "Jefe" :
-¿Diego?
-¿Sí?
-Oye, pues nos fué a todísima madre...
(El Sr. Lozano empezaba de esta manera a contarle a que términos había llegado una negociación con un cliente del mencionado buffete, quien había demandado a una secretaría de estado... siendo el caso escandalosamente favorable para el cliente).
Y después se preguntan porqué la gente ya no cree ni en el PAN.
El Pato Patrón ya está harto de "mentiras" de los "malos ciudadanos" que no creen en gobiernos emanados del panismo. Contra viento y marea, defiende al contralor estatal, quien chocó un automóvil del gobierno...un domingo de temporada en Progreso. El Contralor, encargado de controlar y vigilar los recursos públicos, se regodea paseando a su hijo en un auto oficial. Del mismo modo, el chofer de la alcaldesa emeritense fue descubierto cuando salía de ¡un motel del periférico!, en la camioneta particular de su jefa, y al volante ni siquiera iba él, sino su compañera ocasional de cama. ¿El castigo para el caliente chofer?: $ 300.00 de multa.
Para la próxima, le sugiero que en vez de rentar un cuarto utiliza la parte trasera de la Voyager para desfogarse, que al cabo es camioneta y hasta aire acondicionado tiene.
Hablando de la misma alcaldesa, me imagino que ya no quiere saber nada de su camioneta ni del transporte en general, por el sainete que le armaron cuando intentó cambiar el esquema de transporte público de la ciudad. Sabucanes en mano, hordas de furiosas mestizas tomaron por asalto las calles del centro de la ciudad y, arengadas por eminentes priístas, secuestraron camiones de transporte, amenazando a los operadores de los mismos con atados de rábano o con llenarles los ojos de recado colorado.
Ante tal arsenal, la recién creada policía municipal optó por responder con gases lacrimógenos y macanazos, en una guerra civil propia de países de quinto mundo...como el nuestro.
Finalmente, el Congreso estatal se ha quedado sin Presidente de su Gran Comisión, al dimitir el siempre afable "Rich" Gutiérrez, quien optó por regresar a administrar su querida "Prepa" México, ubicada por el rumbo de plaza Oriente. Esgrimió dos razones principales como sustento de su dimisión: a) que ya "ni los empleados del Congreso me hacen caso, se ríen de mí" (¿?), y b) a que "el gobernador ya ni me habla, y lo que es peor, Silvita, su esposa y a quien yo le dí clase, tampoco me dirige la palabra". Poderosas razones de Estado que le impiden ejercer a cabalidad la noble encomienda que se le encargó. Cada pueblo tiene el gobierno...que elige.
(Que desventura).
¡Saludos!
Lic Gonzáles
Escrito por Lic Gonzáles, 11:57 PM
Hace dos horas
Hace dos horas la vi y hasta el momento en que estuvo conmigo me sentí feliz. Cinco minutos más tarde me sumí de nuevo en el sopor de la rutina; llegar a la casa, preparar café, poner música, encender la TV y cambiar de canal cada 30 segundos. He experimentado el amor o tal vez estoy sintiendo lo que creo que la gente siente cuando está enamorada. Me siento feliz, vivo y me da una especie de euforia cada vez que me encuentro con N, aunque siempre queda latente una maraña de cosas que quedan por hacer y decir que no puedo compartir con ella. Ayer fuimos al zoológico, la llevé intentando compartir con ella mi fascinación por los monos. No es que me gusten en especial por su aspecto. Son simpáticos. Me gusta observarlos. Ver a esos pequeños seres mezcla de araña y hombre, transcurriendo sin prisa. Ella sólo soportó 15 minutos. No volveré a llevarla. Mañana volveré solo.
Es bueno compartir momentos: los amigos, la familia, la persona especial. Disfrutar. Minutos. Horas. Meses. ¿Cuánto tiempo puede durar? Estirarse. Prolongarse. Necesito. Alguien. Necesita. Tal vez mañana transcurra el tiempo y sea incapaz de vencerme. Soy inmortal. Inmoral. Letras.
Recuerdo una llamada telefónica que me hicieron hace unos meses. Un hombre. Enojado. Preguntaba quién era yo. Mi nombre. Mi edad. Con tranquilidad le pregunté a qué venía el interrogatorio, que no tenía por qué contestar. Entonces gritó más fuerte. Me dijo que María no me quería... si al menos yo conociera a María. No intenté aclarar nada. Ese era problema de María. Entonces decidí escuchar nada más. Los saltos de la histeria al llanto, a la rabia al dolor. Chau. Beep-beep-beep.
Ese episodio me dejó una sensación de extrañeza. No estaba alterado, ni enojado. La llamada no me quitó tiempo vital. Me puse a pensar que me encantaría conocer a María y sobre todo, descubrir si realmente no me quería a mí en lugar de a un tipo capaz de llamar a un desconocido por teléfono y contarle sus intimidades.
Y en estos momentos después del café, la música y la TV, llega María y todas sus posibles imágenes. Y también me pongo a pensar qué tendría que hacer yo para lograr que me reconociera.
Llegué de nuevo al zoológico. Martes. Olvidé que los martes cierra. ¿Será que los monos hagan las mismas cosas los martes? Pienso. Es su día libre. Tal vez vayan al cine. A tomar un café, a cortarse el pelo y aplicarse un shampoo anti-garrapatas. Los días libres hacen a las personas libres. Las personas libres pueden conocer a otras personas libres ¡¿María?!.
Antes de llegar a casa pasé a comprar una botella de vino tinto. Llamé a N para invitarla a tomar un café y luego terminar esa botella en casa. Mañana tiene trabajo qué entregar, está muy ocupada. Decepción leve. Yo ahora soy un hombre libre pero ella no. Platicamos un buen rato por teléfono y hemos pospuesto para mañana todo. Un amigo que hace tiempo no veía me ha llamado. Él es libre y viene a tomar la botella conmigo. No olvidar comprar otra mañana.
Tal vez fue una estupidez pedir mis vacaciones en el trabajo y permanecer en la ciudad. Ni siquiera el clima ayuda a que me den ganas de hacer la lista de cosas que quería. Siguen ahí, intactos, seis libros que he venido comprando desde Navidad, y es Mayo. Hace calor, mucho.
N ha llamado. Su voz despertó mi apatía. Está especialmente contenta. Su madre viene de visita dentro de dos semanas. Me da igual, pero me gusta escucharla así. Tengo que salir a comprar la botella.
En el supermercado hubo un incidente. Había una oferta de patés de lata, acomodados de la forma más estúpida a plena entrada. El problema no era motivar a los clientes a comprar las latas. El problema era que el cliente fuera físicamente capaz de llevarse una lata. Al hacer una serie de artimañas logré sacar la feliz oferta mientras una joven seguía intentándolo. Sin afán de ser héroe o galán le ofrecí ayuda y al intentar de nuevo ejecutar la operación, toda la torre de latas de paté cayó sobre nosotros. Casi de inmediato una horrible voz de supermercado transmitió en stereo la solicitud de ayuda para el pasillo #4. La joven y yo hicimos esfuerzos inútiles por reacomodar un poco mientras otros clientes nos miraban apretando con las manos sus carritos de súper. Pensé en los monos y en el zoológico. Un ejército de empleados nos alejó y comenzó a acomodar de la misma forma las latas. Seguí pensando en los monos y en el zoológico.
Carmen, la joven que tal vez no es tan joven, me dio las gracias y se disculpó por el incidente. Le dije que no se preocupara, le pregunté su nombre y me presenté, le dije que al menos intentáramos disfrutar nuestros respectivos patés. Rió, y entonces se vio mil veces más linda. Pensé en María, y pensé que aún si la conociera y descubriera que efectivamente no me quiere, no me importaría.
Llegué a la casa y descubrí que olvidé el vino. Salí a un mini súper 24 horas donde la variedad no es la mayor cualidad. Compré el que creí mejor y regresé a casa para esperar la hora de ir a buscar a N., mientras me di un baño largo.
Pues sí, la noche fue buena, preferimos omitir el café y nos subimos al techo a tomar vino directo de la botella. Platicamos mucho, me hacía falta ver a N reír, incluso fumé un poco de los cigarros sin filtro que le ha dado por comprar. Me mareé y me quedó la lengua llena de tabaco. Después bajamos e hicimos el amor, en el cuarto, en la cama. Antes lo hubiéramos hecho sin problemas en el techo, pero da lo mismo, después de varios días de abstinencia el lugar es lo de menos... me cae mal que la gente haga distinciones entre hacer el amor y tener sexo, a fin de cuentas el acto es el mismo: penetrar o ser penetrado, ya lo demás son todos preludios, artimañas, condimentos, no más.
Al despertar, N se había ido. Desde la cama alcancé a ver una hoja sobre la mesita para escribir. Seguramente una nota breve: un beso y nos vemos. N no es cursi, ni se anda con vaguedades, cuando quiere decir algo, suele ser directa. N es maravillosa; a veces me gustaría creer que es la mujer con la que quiero vivir el resto de mi vida.
De nuevo el vértigo. Aparece María en la siesta. Hoy se ha pintado el pelo de rojo. Y sus pies son pequeños, es frágil, pero también apareció Carmen, la del súper, llamándome por teléfono para invitarme a cenar paté, y los monos del zoológico empujando carritos y haciendo colas interminables en el súper.
Al despertar me doy cuenta que sólo me quedan tres días de vacaciones. Debo usarlos sabiamente. Descansar. Dormir. Encontrar a María. ¿Cuántas Marías de entre 24 y 30 años habrá en la ciudad? Me siento un fetichista del nombre. ¿Cómo se llamaría a la persona obsesionada con un nombre?
Dormí de nuevo, no hubieron más imágenes, solamente un tres convirtiéndose lentamente en un dos y medio. Tengo solamente dos días y medio ahora. Y apenas hoy me ha llegado la conciencia de la cuenta regresiva que comenzó desde el mismo instante en que me sentí libre. Menos mal, de otra forma no hubiese disfrutado tan bien el tiempo... ¿He disfrutado? Algo ha quedado sin hacer: mis monos. Si ahorro tiempo, no bañarme, no desayunar, podría llegar y quedarme un buen rato...
Afuera, el clima era mucho mejor que el que aparentaba desde dentro del departamento. Sol, pero aire fresco. Y los monos estaban todos relajados y acrobáticos. Eran 11, eso creo. Uno viejo y canoso era el único que parecía deprimido. Estaba sentado muy aparte de los demás. La vista fija en el piso. Así estuvo todo el tiempo. Los demás hacían las gracias habituales. No deja de sorprenderme la fuerza muscular de la cola. ¿Qué pasó con ella durante la evolución, Darwin? Me hubiera servido para tomar una lata de paté. Pocas cosas interesantes pasan últimamente, por eso el regreso a los mismos y mismos episodios de siempre. Habrá que ir más seguido al supermercado. Tal vez el día que me jubile, nada más para matar el tiempo pueda entrar a trabajar como acomodador de ofertas.
La TV ha dejado de quererme. Lo que antes me hacía pasar el rato se convierte en un sermón insoportable después de 3 minutos. Y de nuevo el 3. Pero ya más bien son 2 los días que me quedan.
Raro. Hoy no he pensado en María, ni en N. Necesito un café o dos. Dos. María y N. Dos. Un café con dos cucharadas: una de azúcar y una de crema. Dos por uno: dos.
10.36 a.m. La noche pasó descalza. Dormí tan bien que tengo ganas de salir a caminar. No me he bañado aún, al regresar, tal vez. Los días de pulcritud forzosa se acercan ¿Y María se acerca? Y María ¿es pulcra forzada? ¿o es pulcra por gusto? ¿es pulcra María?
La caminata comenzó bien, después de media hora los pies comenzaron a molestar. Tomé el primer autobús que pasó, estaba casi vacío. Al llegar al final de la ruta permanecí sentado en un paradero desconocido por un buen rato pues el autobús en el que viajé iba a limpieza... necesito un baño... Apareció otro autobús que tomé y me dejó de nuevo en el lugar en el que pedí el primero, del lado opuesto de la acera. Descubrí un café pequeño lleno de ancianos. Jamás lo había notado y entré. El servicio era relativamente bueno, si tomamos en cuenta que transcurría al compás de los movimientos de los abuelos. Apareció un café frente a mí, y al llegar la crema, se había enfriado.
N dejó un mensaje en el contestador. Hay una reunión en casa de unos amigos. Me ha incluido pues intuye que no tengo nada mejor qué hacer, y es verdad. Todavía tengo un par de horas para dejar vagabundear mis ojos sobre la ciudad desde el balcón. El tiempo se acaba y María no aparece. ¿Tendré que esperar un año más, mis próximas vacaciones para encontrarla? Podría viajar al extranjero y conocería a Mary, a Marie o a María con otro acento...
Último día. El nerviosismo llegó como insomnio. La reunión fue mucho más divertida que otras. Mucha comida, mucha bebida. Una pelirroja que no dejaba de mirarme. Con N cerca no fui capaz de salir de dudas. A las 2 a.m. estaba de nuevo en casa. A las 3.30 desperté, tomé agua. Me acosté. A las 5.15 tomé una revista vieja. No podía encender la TV pues N dormía, a las 7.30 estaba bañado en un sudor raro. Me bañé con agua tibia. Logré dormir un poco. A las 9.43 sonó el teléfono. Número equivocado. N también despertó. Me alegré por un momento, aunque cayó dormida de nuevo. Me quedé mirándola. Hace mucho que no la veía así, y parece que el tiempo no pasa sobre ella. De hecho es más guapa. Tal vez ella es María que se cambió de nombre pues es demasiado común... y pensar en mañana me lleva a dos montañas de hojas: unas en blanco, otras llenas de datos y números, y manos tomando las llenas y desapareciéndolas y trayendo más en blanco, de manera que ninguna de las dos montañas varía en su altura; y yo al centro, como un dios, un juez, un obrero, y mis manos bailando por inercia.
A las 11 y algo de la mañana llamé a casa de mis padres. No recordaba que hace bastante no lo hacía. Mamá creyó que tenía algo. Me dijo que debería pedir vacaciones de ese trabajo tan odioso e ir a visitarlos. Silencio. Papá pidió que le diera saludos a N, que fuera pronto. Chau.
N despertó a la 1 de la tarde. Nos bañamos y salimos para ir al cine y a comer. La película fue buena. Un hombre que aparece después de un tiempo de andar perdido, va con su hijo a buscar a la que fue su esposa. Búsqueda. Carreteras. Luego, al salir, comida china. N decidió cortarse el pelo y para hacer algo mientras, me lo cortaron también.
Pocas horas quedan. Ya ni vale la pena contarlas, irlas sumando o restando da lo mismo. Nada puede cambiar el curso de las cosas. N se fue hace un par de horas. Ha oscurecido, pero el cielo conserva un brillo naranja entre los pliegues de una y otra nube, lo que me hace pensar que el sol ha dudado en irse. Pero al fin dice adiós. Yo libre está a punto de partir. Ello amerita un brindis. Debo reactivar el despertador. Tal vez también un poco de queso y pan. Debo vaciar mi correo electrónico, poner a cargar el celular. Pero momento... el techo se me antoja muy lejano, es el mejor lugar para una despedida. Una bienvenida. ¿Y María? Debo brindar por María la ausente. Por María la triste en algún techo, en algún balcón. Por María en el fondo del mar, por la voz de María entre los cables de teléfono, por que María no desespere y me siga buscando que ya la siento cerca. Salud. San Lunes. San Mayo. San San. San Tinto.
Una de la tarde. Hora de comida. Despertar fue duro. Olvidé poner el despertador, y ahora debo acostumbrar a mi estómago a un horario. De nuevo. Comer sin hambre. Y contestar las mismas preguntas con distinta voz: !¿Qué hiciste en tus vacaciones?. Contestar NADA, y el Ja ja ja, en serio, ¡cuenta!. Y convencer que lo mejor que podía hacer era eso, NADA.
9 p.m. Hora de la cena. El supermercado después del trabajo se sintió distinto. Poco movimiento, compras de sólo lo más básico para semi-desayunar y cuasi-cenar. La voz de N en el contestador, dos veces: -¿qué tal tu regreso al horror?, ¿fue difícil despertar temprano? y NADA, NADA, NADA de nuevo. No devolví la llamada al instante. Más tarde, mañana. El recibo del teléfono bajo la puerta. Pagar antes del 22. ¿Amenaza?. Parece que todo se empeña hoy en derribarme. Rasúrate. Bolea los zapatos. Los negros y los café. Comer. Dormir. Una canción de King Crimson Sex, eat, drink, dream... ¿era ese el nombre?. Antes me daba gracia. Gracias. Buenas noches.
3.25 a.m. Una punzada en el estómago, espasmos de dolor cada vez menos separados. A tientas me dirijo al baño y vomito. Y vomito todos los NADA y todas las cosas que no dije hoy, ¿es mucho en realidad?. El dolor por fin desaparece y gracias pasta de dientes.
7.12 a.m. ¡Estómago, come!, ¿o damos paso primero al baño, las calcetas, el traje, la corbata, portafolios, beso de despedida de María, pues sale antes que yo a trabajar? y después, ahora sí, desayunar, completo y sin prisa. ¿Qué hacen los monos en martes?. Hoy es su día libre y ahora yo soy el mono enjaulado. Día libre. Lucha libre. Octagón. Octavo y décimo. 7.34 a.m.
Mi jefe me ha mandado llamar, la misma letanía del personal ayer, pero claro, es más difícil huir. -¿Cómo te fue?, ¿Qué hiciste?, ¿Listo para dar todo?- ¿TODO?, ¿dar TODO?, ¡Defíname TODO!, y de mi boca salía muy bien, sí, descansar, claro, como siempre... De nuevo la punzada... Llamé a N a la hora de la comida. Canjeé el bistec con papas por su voz. Creo que me convendría hacerlo más seguido. Estoy cansado. N ha quedado en llegar en la noche a casa con una película. Siempre prefiere mi casa.
Miércoles. Está oscureciendo, raro, pocas veces miro al cielo desde la oficina. El trabajo está hecho. María acaba de pasar caminando enfrente. Tenía prisa, chocó con un poste y luego con una señora. Se ha cortado el pelo y tiene menos años que la última vez que la vi, o la soñé. Su voz debe ser más suave y vivo celoso de su reloj, por que insiste en verlo más que a mí. Debería salir y decirle que está equivocada, que va en la dirección incorrecta, que mi oficina es enfrente, justo aquí, y no al Norte. Entonces ella me abraza y vamos caminando a casa. Cursi. Meloso. Así no es María, ni soy yo.
Al meter la llave a la cerradura noto que sólo es necesaria una vuelta para abrir. Presentimiento. N en la cocina. Suele avisar cuando va a llegar antes. Se acaba de bañar, contrasta con mi traje. Me da un beso en el ojo. Se ve feliz. Su madre ya no viene, hasta dentro de un mes. Ha pedido sus vacaciones y se irá a la playa. Necesita descansar, lo mismo que yo. Se va a la playa, en una semana. ¿Tan pronto?. Bueno, ya lo había planeado, pero no había fecha... N se va a la playa. En una semana, por diez días. 240 horas. Libre. ¡Felicidades!. Abrazo. Beso. Beso. Beso. ¡Felicidades!. Abrazo. Beso. Beso. Beso. Sex, eat, drink, dream...
Al llegar a la oficina respiré un ambiente extraño; las caras largas se convirtieron en signos de interrogación y admiración. Así pasaron las horas hasta que a la hora de la comida, del destace canibalesco, lo supe: Nacho Jiménez, Contador, renuncia. Nacho Jiménez se va a Nueva Zelanda. Nacho Jiménez se casa con una Neozelandesa. Nacho Jiménez se vuelve Neozelandés.
¡¿Nacho Jiménez?! 38 años. Chaparrito. Sin atractivo, ni agradable, ni nada. Se va en 1 mes con Miss Nueva Zelanda. El sábado hay fiesta en su casa, a la que no iré. El Sr. Kiwi y Miss Nueva Zelanda son temas que no me interesan en absoluto.
N de nuevo en casa al llegar, aunque me extrañó, omití hacer comentario alguno. Podría ser tomado como reclamo. Tal vez es una nostalgia anticipada antes de partir, después de todo 10 días son 10 días. De pronto me cuesta pensar por qué tomó sus vacaciones después de las mías. Tengo sed.
Vimos la TV. Intentamos ahondar un poco en un tema de política reciente, para variar, como no sabemos mucho, la charla terminó pronto, gracias a nuestra bendita ignorancia. Luego N sacó folletos de la playa a la que va, pues todavía duda a qué hotel llegar: un todo incluido o uno que no. Le dije que lo de TODO INCLUIDO suena mucho más tentador... después de ponerse roja me dijo que soy un sucio, y que por eso me quiere. Me dio un beso y al encontrar que ambas pláticas eran estériles, y que la TV era una continuación a la nada, jugamos un rato con las almohadas, nos besamos y abrazamos y el día llegó sin haber hecho más que roncar a gusto. ¿Me estaré haciendo viejo?
De nuevo al trabajo. La única diferencia entre ser chico y ahora, es que la mochila a la espalda se convirtió en un portafolios negro, el sufrimiento es el mismo. Mi expresión debe ser muy parecida, sólo más arrugada. Al menos sé que durará hoy, más mañana medio día y al fin, después de 5 días y medio de esfuerzo, mi recompensa: la madre naturaleza recompensa al animal amaestrado: 24 horas de domingo para esparcirse, reproducirse, embriagarse o lo que se le antoje. Soy un animal amaestrado o en vías de serlo. Pienso en día libre y mi mente saliva. Saliva. Sal. Mar. Hawai.
Nacho Jiménez se acerca. No hoy. No. OCUPADO. Tecleo en mi calculadora las notas de una marcha fúnebre con nueves, seises y doces. Dedo índice en la cabeza. Rasco. Estoy en medio de un problema importante. Se acerca. Rasco. Silencio. Se aleja. Adiós. Adieuuu.
Temblores. 8.23 p.m. Atravesando la puerta de casa. Tengo que dar las 3 vueltas habituales a la llave. N no está. Mis tácticas evasivas con Nacho Jiménez no fueron suficientes: nuestras lógicas difieren. Su cabeza es igual a un conjunto vacío... Tomó una silla, se sentó frente a mí y soltó toda la verborrea que pudo durante 45 minutos. Callé. Resurgió un tic de antaño en mi párpado izquierdo. Su amor con la Neozelandesa nació vía virtual. ¿De qué otra forma?. Me pregunté si su amor lo consumó también vía cibernética, pero esas dudas es mejor dejarlas así. El resto de la tarde pensé en María. No creo que ella sea una ciber-adicta. Y cuando mis pensamientos estaban ahí, el autobús pasó justo frente a un ciber-café atestado de adolescentes. No sé por qué me sentí aliviado. N no está en casa; ni en la mía ni en la suya. En la TV el anuncio de una plancha milagrosa. ¿Puede planchar mi ánimo? ¿Planchar mi portafolio y convertirlo en mochila?
6 a.m. Despierto antes que el despertador, con fragmentos del sueño de anoche: caminando por la calle aparece Carmen, la del súper, que insiste en llamarse N. Bromeamos un rato y le digo que la puedo llamar como ella quiera, y de pronto, aparece N, que se llama María. Sospecho de una intriga. Entonces sí reclamo. Me dicen a coro que son ellas quienes escriben la historia, no yo. Después estoy como niño, sentado en el mesabanco escribiendo planas y planas ellas escriben la historia, no yo. No fue un sueño angustiante, pero me dejó estresado, como si realmente hubiera escrito todas esas planas. Mientras me preparo un café voy pensando lo fácil que es convertirnos en esclavos de nuestros pensamientos y deseos.
Sábado. Un par de horas más que mediodía. El sol brilla, los cláxones suenan a diestra y siniestra, todos caminamos como perdidos, pero contentos. Presiento a los monos en el zoológico cantando. En el autobús la gente y sus olores son poesía, caminar entre los autos y el tráfico es caminar sobre agua. Presiento un largo baño, la pijama a las 4 de la tarde, todo después de girar la perilla.
Está oscuro. La pijama sigue puesta. Entre sueños contesté y colgué el teléfono; era N. ¿Quién más habla estos días?, ¿Vendrá hoy? Sábado y la reunión de Nacho Jiménez. Tengo un mapa de su casa, fotocopiado y hecho bola en la bolsa del pantalón. Abro la ventana y el aire entra como una brisa leve y suave. Escucho el picaporte girar.
Sunday. Día de sol, día soleado. Domingo. Do-min-go. Cero significado. Y sí, es un día de sol, estamos en Mayo. May-day. N no deja de sorprenderme, ayer bastó con que le mencionara la fiesta del Sr. Kiwi para que me quitara la pijama y me disfrazara para tan esperada ocasión. El lugar resultó muy cerca de mi edificio, al llegar observamos desde fuera un momento y la música y la poca gente nos rebotaron de nuevo a la calle... ya de vuelta a casa encontramos un bar ¿o el bar nos encontró a nosotros?. No era un lugar un lugar atractivo a la vista, pero bailamos, tomamos cerveza y socializamos con toda la gente que se nos puso enfrente. Hoy me duele la cabeza, pero está bien.
Riiiinggg... teléfono... Mauricio... como un flash, mientras lo saludo y despierto, recuerdo: es domingo. Hay fútbol y Mauricio me invitó. Hola. Hola. Sí. Una voz mágica convierte las palabras en orden: -paso por ti a las 5.30-. O.K. N se alegra. Dice que va a quedarse a leer, que será divertido para ambos. Falta poco más de una hora, mientras podríamos hacer el amor, tener sexo, pero N está definitivamente enfrascada en su libro, así es que me acerco poco a poco a la orilla de la cama, comienzo a acariciarle los pies, besarle la punta de los dedos, y nada; N me lanza una de sus miradas, y comprendo que no es el mejor momento, entonces me acerco más y me abrazo a sus piernas y con un movimiento rápido, N se levanta de golpe, me da un beso en la frente y proclama: -No ahora-. Comprendo, lo mejor es que me de un baño, que Mauricio y el fútbol están por llegar.
En un semáforo, esperando el cambio del rojo al verde, me veo en el espejo. Mauricio trajo una playera roja, me la dio, -sabía que no vendrías preparado- y me convertí en un aficionado más, resignado y haciendo cuentas acariciado por el dulce sonido del aire acondicionado. Dos tiempos, 45 minutos cada uno. 45 x 2: una hora y 30. Más el intermedio. Más el tiempo antes y después del partido. Otro dolor de cabeza que saco por el quema cocos mientras aviento una servilleta blanca después de ondearla un rato.
Noche, muy noche. N duerme. De nuevo solo en la azotea, como un deja vú, pero sin vino. Aún así, brindo por una semana más. Por mis monos olvidados, por el rito dominical. Por mi vagancia olvidada. El cielo está claro, sin nubes. La luna es una semi sonrisa.
Hora de la comida. Lunes. Siento una mirada rencorosa que se llama Nacho Jiménez. Con sus secuaces platica sobre el sábado. Mi comida a medias va al frigobar. En mi escritorio intento leer el periódico. 2.45 p.m., Nacional... 2.58, Internacional... 3.15, Local... 3.22, Espectáculos... El tiempo pasa lentamente. El proceso digestivo del reloj al comerse los minutos es tan lento como el mío. Indigestión.
La casa está fría y los días han sido calurosos. María está dormida. Se fue de viaje. La han operado de peritonitis y está en reposo. Fui al cine solo y me quedé dormido. Ahora se ha espantado el sueño. La plancha milagrosa en la TV, y noticias, no más.
2.12. Intenté leer pero he vuelto una y otra vez al mismo renglón sin entender. Necesito dormir y escribir la historia, con María. Está todo oscuro, pero jamás hay silencio. Ladridos. Autos. Gritos. Sonidos sin nombre. Mi corazón latiendo. Hormigas caminando bajo la cama. Energía palpitando bajo los cables. Las horas que faltan por nacer. El día acercándose. La luz besando lentamente mis párpados. Incongruencias.
Estoy en el balcón, observo la ciudad: es un obrero taladrando. Son más de las 11. acabo de despertar y es martes. ¿Y yo? Yo estoy todo bien. Tengo un café en vías de estar listo; 6 libros apilados en orden desde Diciembre, latas de paté qué acomodar en la alacena, Marías qué conocer, planchas milagrosas qué comprar, reuniones aburridas a qué no acudir, trabajo al qué faltar, de vez en cuando...
Nueve-dos-seis-tres-cuatro-ocho-ocho-once-siete... esperar... un pretexto, un dolor de cabeza distinto, sudor, el estómago revuelto... sí, iré al doctor ahora... llamo de nuevo cuando sepa qué pasa, sí. Cuelgo... Ahora, me baño, ahora es cuando veo la ciudad como nunca la veo ni me ve...
Hice un desayuno casi almuerzo donde suelo cenar. Mi baño no sirvió de mucho. Estoy sudando, la camisa pegada a la espalda. Paso demasiado tiempo solo y sin hablar. Autobús. Parada. No importa la ruta, siempre se puede volver. Es martes y el zoo cierra. La opción es un museo o un centro comercial. El segundo puede ser también un museo. Alto.
¡¡¡María de nuevo!!! La situación fue tan absurda que seguramente cualquiera la ha visto en TV. Estoy dentro de una tienda de electrónicos, y al hacer un movimiento brusco, reconozco a María: alta, pelo largo, negro, mirándome mientras se arregla las cejas. Mira hacia aquí, ¡a mí!. Sudor frío. Tic en el párpado izquierdo. De pronto, sin decir adiós, se voltea y se va. Un pescador lanzó la carnada. Salgo corriendo, grito ¡María!, ella no voltea, pero la gente que camina cerca me ve con tristeza y horror. Todo deja de hablar, el mundo alrededor se mueve pero no emite sonidos. Suavemente veo a María alejándose, alejándose hasta que se pierde en una mancha de colores al fondo. Los sonidos vuelven y volteo para entrar de nuevo a la tienda por que no tuve tiempo de preguntar por los audífonos que busco. Veo una réplica de mí en la puerta, dándome la bienvenida: los cristales son espejos por fuera. María alimentaba su vanidad mientras hacía lo mismo con mi espíritu. Regreso hacia el pasillo y veo hacia abajo la fuente de la plaza. Un mono viejo mirando el abismo.
Regreso a casa todo enredado por dentro. Lo he hecho. ¿Fue cierto?. Acaba de pasar y la sensación que tengo es la misma incertidumbre que dejan los sueños al despertar. No hay marcha atrás. Me disfracé de un Nacho Jiménez cualquiera y entonces entré. Quiero poner un anuncio. Claro-. Un anuncio para encontrar una amiga, ya sabe. Tic párpado izquierdo. Papeles sobre el mostrador. Formato infinito en blanco. Llénelo-. Hormigueo en las palmas de las manos. Una pluma... no recuerdo bien qué puse... Entre 24 y 30 años. Que se llame María. Cuando la mujer leyó esa parte en voz alta, la repitió mientras me examinaba el rostro. Habrá temido que sea un pervertido, un fetichista, un asesino en serie. Pero con dinero para pagar. ¿Por favor puede firmar aquí?, es un contrato de confidencialidad-. Al salir, me sentí tan confundido que preferí caminar todo el trayecto de vuelta a casa antes de encerrarme con tantas cosas conocidas. ¿Si llamo, podrán cancelarlo?. ¿Quiero cancelarlo?, ¿Cancelarme?.
Casa, finalmente. Pasé antes al súper a comprar un vino. Me encontré a Carmen en un pasillo. Le sorprendió que recordara su nombre. Platicamos nimiedades y continuó cada quién su baile alrededor del lugar. Salud. Un calambre en el estómago, lo que me recuerda que no llamé de nuevo al trabajo. ¿Cuándo se va N? Preguntarle sutilmente mañana. En el contestador un mensaje del periódico, confirmando que el teléfono que di fuera correcto. Me enoja, ¿por qué de pronto tanta eficiencia? ¿por qué no cambié un tres por un cuatro?. 8.23 de la noche. La jornada ha terminado y me siento francamente cansado. La luna es una semi sonrisa. Se burla de mí, todavía. Y María sigue dormida, enferma y triste, ¿cuántas máscaras más me tengo que quitar para encontrarte?
Miércoles. 6.00 a.m. y listo para trabajar. El departamento necesita limpieza. Si faltara un día más sería mucho más creíble el episodio del malestar. En el trabajo diré: Sí, señor Cortés, me sentía muy mal, TODO estaba mal: ropa sucia, baño sucio, ánimo descompuesto, María desaparecida. Necesitaba componerme todo. Hoy, ya estoy bien.
Me acosté un rato más en la cama, repasando un itinerario de las cosas que tendría qué hacer. Miré la TV. Me quedé mucho tiempo viendo los reflejos en la pantalla: yo, mi cama, los cuadros. Los anuncios comerciales con mi instante superpuesto. Una estrella de TV apática. Un John Lennon falso, en la cama y solo. En las pantallas de millones de gentes, desnudo, expuesto. Pedí sushi a domicilio mientras tomaba la decisión de que en la casa las cosas no están tan mal. No necesito limpiar nada. Llamé a N al trabajo para preguntar cómo va todo. Prometió llamar de vuelta más tarde. Yo me prometí esperar.
Jueves. 1.34 p.m. La noche me sirvió. N a mi lado sirvió. Algo está pasando. Hoy abrí el periódico y ahí está, entre solicitudes de empleo y anuncios de masajistas. Mi teléfono y mi deseo al alcance de cualquiera que compre un periódico. Al alcance de Nacho Jiménez, de Carmen, de N, del velador del edificio. Desnudo y expuesto. El almuerzo de hoy es picadillo y arroz. Una mezcla de vigilia y sueño. Me siento suspendido. Si N llega a casa y escucha a María en el contestador, pensará que es una equivocación, ¿pero si escucha a dos?, ¿si de hecho contesta ella y habla con María?... ¿Qué podré decir?... ¿Podría ser una broma de alguien?... -¿De quién?- Bueno, ese es otro problema. Podría incluso preguntarle a ella si lo puso. Mmmm, no sé, tal vez se enoje tanto que vaya al periódico a preguntar... pero existe el contrato de confidencialidad que firmé... y la señorita que me atendió me vio feo por mis especificaciones absurdas. Si N le explica todo, como mujer le nacerá esa empatía femenina y acabará enseñándole la solicitud con mi firma. Y no habrá más qué decir... pero cuando María aparezca, ¿qué pasará con N?... tengo mucho trabajo por hacer todavía, las cuentas de todo un mes muerto.
Ganas de escuchar una canción, acostado en el sofá. Las hojas caen afuera del edificio. No me conformo con el sonido de la naturaleza. Son casi las 9 y la noche se topó conmigo tomando un vaso de leche. En el contestador había un mensaje... una mujer titubeó y colgó el teléfono. Una María arrepentida. No encuentro la música que necesito. Las cosas se van esfumando. No puedo pensar, no puedo hablar. The Cure. Mágica aparición. Las notas brotan de las bocinas, mi mente escapa, se va. Hay gente que seguramente está peor que yo.
N me despertó, me quedé dormido. Está eufórica, nerviosa. En dos días se va, lloró mientras decía que le hubiera encantado que fuera con ella, que necesita irse, que le aterra mi apatía (¡¿?!) a las cosas, a ella. Que podemos seguir así años y años sin hartarnos, sin discutir... dijo que aunque sonara enfermo, ella había deseado que yo tuviera alguna reacción cuando me comentó sobre sus vacaciones... que le hubiera gustado que cuando yo pedí mis vacaciones le pidiera a ella que lo hiciera también, para ir juntos a algún lugar. No tuve nada qué decir, siento que eso la terminó de alterar. Además ella también podría haberme comentado que quería ir conmigo. Comencé a sentirme mal, pero era solamente un malestar físico, y lo único que quería era salir del cuarto, pero ¿a dónde más ir?, estaba en casa. Asomarme por la ventana, amarrar mi cola a algún cable y huir. Pero la abracé, le dije que las cosas están bien, que intento respetar sus planes, sus decisiones. Me sentía mal pero solo quería terminar ese asunto. Terminar la escena, terminar mi vaso de leche y el disco que estaba de fondo, besar sus labios y dormir. Por fin N se calmó, me abrazó y se quedó, sabiendo que debía levantarse aún más temprano de lo normal para ir a su casa antes de la oficina a cambiarse de ropa.
No descansé nada. Dormí lo necesario pero me siento agotado, debería salir en este momento a correr, la espalda me está matando. Desayunaré e iré caminando al trabajo. Un café, un pan con mermelada. Tres, cuatro, cinco cuadras más. La mole laboral, erguida y llena de gente bonachona... entra un alma más buscando redención.
Casa: departamento de dos recámaras y un contestador con 5 mensajes nuevos. Bochorno, siento cómo el calor brota, escupe por los poros de la cabeza un líquido viscoso... mensaje Uno: María, sin apellido... voz un poco infantil. No dice mucho, sólo que tiene curiosidad por conocerme, deja su número de teléfono. Dos: María, la misma sin apellido, voz infantil y claramente nerviosa. Confesándome que le dio miedo y dejó mal su número, pero que ésta vez sí deja el real. Tres: N quiere saber si hoy en la noche puedo ir a cenar a su casa pues mañana se va. Cuatro: Silencio de nuevo, ruidos de alguien tras los cables. Cinco: una voz, y gritos familiares, de hombre... diciendo que si no tuve ya suficiente, que por qué sigo buscando a María, que me va a romper la madre si sigo insistiendo con lo mismo... que ya sabe mi dirección y que si no fue para mí suficiente haber estado ya antes con María... Un hombre, el mismo hombre que llamó hace unos meses, sin nombre y familiar. Nervioso, tal vez. Es mucho más fácil salir en este momento a casa de N y disfrutar una cena con la mujer que quiero y que parte mañana.
Sábado, trabajo de cinco horas. Último día que se publica el anuncio. Y N se va. Ir a verla a su casa, acompañarla al aeropuerto. Nos diremos adiós, y quién sabe, tal vez en ese lugar la situación me haga llorar. Son esas cosas que sé posibles, y que si ocurren no las podría calificar como premeditadas. Los monos recibirán mi visita mañana y mis padres sabrán de mí. Tal vez llame a María, nerviosa e infantil. Disfrutaría más hablar con el hombre. Si pudiera encontrarlo.
No lloré en el aeropuerto, fue hasta tomar de nuevo el bus. Decido no llegar a casa. Terminal de autobuses. ¿Para qué hablar con mis padres si puedo verlos?. El recorrido no es tan largo. No necesito tanto dinero ni ropa. Adentro de otro autobús. Estoy en un movimiento constante, no me muevo yo, solo sobre lo que pienso. Un avión pasa sobre nosotros.
Tarde, toco la puerta y la voz de mi madre preguntando quién está ahí. Toco de nuevo, se asoma por la ventana y grita. La casa es diferente; mi madre llora, papá me abraza. Preparan café, y papá saca una botella de licor de pera. Preguntan el motivo de la visita. Piensan que me voy a casar, (por fin) con N, que me asaltaron o corrieron del trabajo. Las preguntas llegan como los reflejos de un tren en movimiento. Me dan vértigo y no tengo ganas de hablar. Quiero sentirme en casa. Estar un día común de hace 15, 20 años. La cena familiar de siempre. La sobremesa. Sin nada extraordinario qué decir por que es una cena de las 365 que compartimos durante el año, sea verano u otoño. Mis padres están claramente contentos y deciden dejarme estar solamente. Después de platicar nimiedades, llega la hora de subir al cuarto, mi cuarto. Hace cuando menos 6 años que no duermo aquí. Las voces de mis padres en la cocina a estas horas confirman la sorpresa que causé. Mi cuarto no se parece a mí, presiento que esta noche no habrá sueño. Presiento mi cuerpo levemente iluminado por la poca luz de afuera que entra por la ventana, será mejor abrirla y salir al balcón y no pensar en nada, solo este instante. Soy parte de un gran cuerpo, lo que alcanzo a ver tal vez ya desapareció. Soy de nuevo yo, hace 15 años pero con las obligaciones de ahora. Desde este balcón me despido de todo y de todos. De nuevo soy solo yo. Sin pelirroja, sin N y sin nadie, sin monos del zoológico. Sólo mi departamento, mi cadáver vacío, a unos kilómetros de distancia. No estoy aquí, pero tampoco quedé allá. Existo por que otros me ven, me tocan. Y la búsqueda de lo otro, de lo desconocido y de lo probable. De las circunstancias falsas, de mi cuerpo hecho pedazos y que están dispersos en cada mirada conocida. Existo por que ellos me ven, por que veo mi reflejo en sus ojos. Y cuando se van... se alejan ¿y dónde quedo? En mi cuarto de la infancia, creyéndome niño, sabiéndome protegido por mis padres, por las paredes de mi casa, que hasta hace unas horas fue la casa. Necesito creerme posible, real, en sus ojos, aún cuando de fondo tengan hoy el mar. Divagando en blanco, oscilando en la letra de su nombre, única y justa. Y eterna. Repito como un mantra la letra y me va ganando el sueño.
Domingo. Y familiar. Desperté por el brazo de mi madre en el hombro, moviendo. Oscilatorio - trepidatorio. Despierta. Oscila y trepa la pared, el sueño y sal. Salta, al día. Domingo. A la mesa, al café y el pan tostado, al beso en la frente. A mamá y papá. A la plática dominguera, al paseo y al cine, al helado de chocolate. A la estación de autobús con la mochila en la espalda... a la casa, la otra, después de un rato familiar y con una sola urgencia. Más grande que las ganas de orinar.
Teléfono. El contestador no importa, sólo marcar. Siete números, los necesarios y al azar. Un hombre contesta. Alivio. Comienzo tranquilo... ¿Se encuentra N? ¿Cómo que ahí no está? ¿Qué no la conoces? ¡Ja!, ¡No digas que no, sabes bien quién es!... ¡Si te acercas de nuevo a ella te voy a romper la madre!... ¡Ya conozco tu dirección!, ¡Que N y yo estemos un poco mal no quiere decir que las cosas entre nosotros no funcionen!, ¡N no te quiere!... Dolor, llanto, ira... ¡Deja en paz a N, no finjas cabrón!... Reproduzco la voz, de aquél hombre... aún cuando el sonido me indica que hace mucho me han colgado, continúo gritando, gritándome. Sale la voz que creí perdida. Patético y liberado. Libre para ser amaestrado de nuevo.
Las luces van menguando y la ciudad parece demasiado tranquila. Dentro de pocas horas de nuevo lunes. Trabajo. Hay que festejar una semana más. Un fin de semana más. Sobrevivido. Un deja vú, en el balcón y sin vino. Brindo por las 8 horas que me quedan de libertad y por los domingos, y por mis monos...
Escrito por Laura., 11:56 PM
¿No que muy machito?
Al hacer un análisis no exhaustivo de las noticias que han poblado a los medios durante los últimos meses, ya no me cabe la menor duda a estas alturas que estamos viviendo la era de los supermachos. O de gente que piensa con el intestino grueso. Y que dice lo que piensa y no al revés.
12 de julio del 2003. IMSS: Desde que el Presidente Vicente Fox tomó posesión hasta el último día de junio pasado, se perdieron en México 569 mil 885 empleos formales
15 de julio del 2003. Vicente Fox: ""La tasa general de desempleo en el país prácticamente no se ha visto afectada, no ha reportado cambios significativos. De una tasa de 2.6 por ciento al inicio del 2001, estamos en una tasa general de desempleo de 2.8%"". (Pues sí, parece que de 2.6 a 2.8 puntos no hay diferencias significativas
¿O sí?)
"Así, en dos años, la población económicamente activa, que asciende a 41.1 millones, ha habido un incremento de un millón de personas cada hogar mexicano ha pasado en el mismo lapso de contar con un promedio de 1.5 personas que aportan ingresos, a 1.6 (Ah caray, y ¿A poco de 1.5 a 1.6 sí hay diferencias significativas? ¿Y de 2.6 a 2.8 no? ¿Cómo sacan sus diferencias significativas estos señores?)
Bueno, sin rezongar tanto y según las cuentas alegres, en dos años generamos un millón de empleos ¡Qué lindo!
Pero
23 de junio del 2003.INEGI: Durante los últimos dos años el número de empleados sin prestaciones aumentó seis por ciento, esto es, un millón 400 mil trabajadores, ya que las empresas optan por esquemas de contratación que les implican menores costos laborales. De acuerdo con especialistas, los patrones buscan evitar costos colaterales al salario como son la carga impositiva, los pasivos laborales contingentes de indemnización por despido y las prestaciones de Ley.
En contraste, el número de empleados que sí gozan de prestaciones se redujo en 225 mil durante el mismo periodo, al pasar de 15 millones 325 mil, a 15 millones 100 mil.
Consultores laborales y fiscalistas explicaron que las empresas buscan ahora contratar más personal mediante el esquema de honorarios, porque vía nómina sus costos laborales por trabajador aumentan hasta un 54 por ciento.
Es decir, ese millón de empleos extras generados son sin prestaciones
y los empleos decentes (con prestaciones) DISMINUYERON EN CASI UN CUARTO DE MILLÓN
¡Qué lindo!
Y además
22 de julio del 2003.INEGI: En junio la tasa de desempleo abierto fue de 3.2 por ciento de la población económicamente activa, el nivel más alto que se ha alcanzado en la era de Fox . tan sólo en junio el número de desempleados aumentó en 200 mil personas y en casi 350 mil desde junio del año pasado.
Al cierre del primer semestre del 2003, todas las mediciones sobre el nivel de desempleo, reflejaron un deterioro del panorama laboral y las pocas plazas que se crearon fueron, en términos generales, de baja calidad y en malas condiciones.
Así que ante el crudo panorama, el 23 de julio del 2003 Reforma: El Presidente Vicente Fox anunció este miércoles un plan de emergencia contra el desempleo que incluye medidas presupuestarias, fiscales y de financiamiento, así como la convocatoria a todos los sectores para asumir "una cruzada prioritaria" por el empleo. "Hoy, hoy todos tenemos una preocupación: el empleo. Así que hoy mismo: ¡manos a la obra!", dijo Fox al abrir su discurso.
¿Qué pasó? ¿No que muy machito?
PD. En descargo del cuasi-presi, hemos de reconocer que la situación labora está de la fregada aquí y en China
literalmente: (22 julio 2003).- Datos de la Organización Internacional del Trabajo revelan que el número de personas desempleadas en todo el mundo aumentó 20 millones desde principios del 2001, situándose en los 180 millones a finales del 2002
Escrito por Lic Osorio, 11:55 PM
Vacío
En la ciudad de Ramala un hombre y una mujer cruzaron sus miradas al inicio del tiempo de la cosecha. El sol se ponía y la caricia del viento adormecía los prados.
Esa mirada significó su primer pacto, y desde entonces no se separaban.
Tres otoños después, uno acostado al lado del otro sobre las hojas tibias que cubrían el campo, descubrieron que a través de sus dedos podía transportarse el espíritu, y el espíritu del hombre visitaba el alma de la mujer entrando a través de las manos, y la mujer le devolvía la visita así, con los ojos cerrados, mientras la noche suave los envolvía.
No volvieron a mirarse, y se amaban.
Cinco cosechas pasaron y el hombre y la mujer estaban sentados uno al lado del otro, en silencio, mirando una tormenta que de tan lejana parecía hermosa e inofensiva. La tormenta golpeaba las montañas. Sin decir palabra y sin mirarse, de los ojos de ambos brotaron unas extrañas lágrimas; lágrimas de alegría al comprender súbitamente que su comunicación era tan grande, que a partir de esa tarde no tendrían necesidad de tocarse. Y a partir de ese momento se amaban más que nunca.
Pero las lluvias con el correr de los años se hicieron más fuertes; los ríos impetuosos se acercaron más a los corazones y arrastraron el pesado lodo que derrumba chozas y esperanzas.
En momentos aciagos y desesperados, los ojos del hombre se cruzaron con los de la mujer. Él sólo atinó a decir:
"Te quiero".
Se llenaron de vergüenza. Bajaron la mirada y caminaron, en dirección opuesta, para no volver a encontrarse jamás.
Escrito por Nôd, 11:54 PM
Un camino circular y sin principio
Just because you feel it, it doesnt mean its there
Radiohead
« On parlait aussi de cauchemars collectifs. Des relations anciennes et dignes de foi... narrent que tout un régiment, des villes entieres, des groupes humaines de toutes catégories, ont subi le même cauchemar. Ces phénomènes relévent des mêmes conditions psychiques qui sont à la base des épidémies psychiques médiévales, de la flagellation grégraire, de la croyance populaire à la possession et à la sorcellerie, etc. »
« Se hablaba también de las pesadillas colectivas. Relatos antiguos y confiables reportan que todo un regimiento, ciudades enteras, grupos humanos de todas las categorías tenían súbitamente el mismo sueño. Estos fenómenos explicaban lo que hoy en día se explica mediante las condiciones psíquicas que se encuentran en la base de las epidemias psicológicas medievales, la flagelación colectiva, la creencia popular en la posesión y la brujería, etc.
Dr. Jolande Jacobi
Los demonios durante el sueño
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1158 Intenté decirte acerca del sueño. Los espejos no poseen un lado afuera y un lado adentro; esto sucedería si su forma fuese plana y bidimensional. Pero los espejos son cilíndricos. Un solo espejo maestro nos rodea.
Un espejo para cada mónada. Nadie conoce sus dimensiones y se camina y se respira dentro del espejo; lo llevamos alrededor de nosotros, pocas veces sospechamos su existencia. Algunos clarividentes, en momentos especiales de sensibilidad extrema, vacilan cuando miran hacia el frente intuyendo la presencia del muro invisible. Pero nunca conciben el encierro casi total que existe alrededor de ellos. La incomunicación. Somos presa de un sueño colectivo y este sueño (¿pesadilla?) nos hace parte de la ilusión colectiva llamada vida.
1159 Casi total. La única salida disponible a esta jaula invisible se encuentra sobre nuestras cabezas. La altura es considerable. Nadie ha escapado y nadie, nadie, lo hará.
1200 Intenté decirte acerca del sueño, es decir, acerca del espejo. Si yo soy parte del sueño o fui creado por tu desesperación, es un concepto tan válido como sospechar que nunca fui creado. Que nunca salí de las otras dimensiones del espejo. Que estoy detrás o adentro todavía. Lo que no puede ser posible es lo siguiente: Que haya sido yo quien te haya creado a ti. Puesto que yo soy un capítulo más de tu libro, no es factible que a partir de aquí emanen los demás capítulos, las demás prolongaciones de tu desesperanza. Si tú me creaste también escogiste el momento para hacerlo. Nada fue casual. Por ejemplo, no fue casual que estuvieses sangrando. Sin tu sangre no hubiera existido la pregunta que me dio identidad: ¿No te importa la sangre? Mis actos no serían posibles sin ella. Y sin tu invitación.
1201 Así que tendré que recordarte lo que olvidas todos los días. Tus sueños.
1202 Recuerdo que la primera vez que soñaste conmigo me veías en tu balcón, junto a ti. Fumabas y me contabas una historia. Pudiste darte cuenta en aquel momento de mi naturaleza, pero el espejo a veces funciona como una cortina de confusión. Hubo un dato significativo: No había luna, cuando todos los almanaques la pronosticaban llena. El espejo creó a las nubes y me mantuvo a salvo.
1203 La siguiente vez que me observaste tenías 3 velas de Salomón en el piso de tu recámara. La gata quería salir. Luego ella vomitó sus entrañas. Te miraste a ti misma leyendo las vísceras con tranquilidad. Esta insensibilidad debió ser una señal también de que estabas en medio de una ilusión. Te recuerdas escuchando un réquiem. Allí repetí las palabras que una vez pronunciara a la mujer de Pilatos.
1204 Sólo porque lo sientas no quiere decir que existe.
1205 Te mirabas caminar en medio de las calles condenadas al desahucio. Muchas sogas unían los balcones atravesando las estrechas calles, como si una telaraña se hubiese formado entre los edificios a fuerza de abandono. La luna. De repente me encontrabas de espaldas. Mi besabas y hacías una pregunta. La respuesta era Todas las mujeres y todos los hombres. Me alejaba caminando y te perdías en el laberinto fortuito de las calles; en la maraña cuya voluntad propia era ocultada nuevamente por el espejo. Cuando los hombres construyen sus ciudades, realmente los laberintos distorsionan los planos y las calzadas de forma imperceptible y aciaga; los arquitectos son víctimas del código genético, son un vehículo para la supervivencia de la especie de los caminos torcidos. Por eso cada individuo inmerso entre las calles de una ciudad está perdido para siempre, carga a cuestas con su confusión y el espejo le impide ser presa de este sufrimiento adicional: Se cree libre.
Te perdías y de las sogas descendían ratas; de las alcantarillas perros que comenzaban a seguirte.
1206 Entrabas a mi casa y algo oculto en las paredes, en el aire, te estremecía. Me pedías que sometiera el departamento a una limpia. ¿Y si fuese yo?
1207 Después tú me veías sentado en el piso, metiéndome cocaína. Luego tú, sofocándote y necesitando una inyección. Sentías mi mirada recorriendo el pequeño estuche donde guardas tus jeringas. Me sentías fascinado presenciando su preparación. Dos al día para vivir.
1208 En tu sesión el terapeuta intentaba provocarte: Quizá tu enfermedad fuese inexistente. Qué esperanza. Quizá él fuese inexistente; quizá la silla, el reloj, el azúcar en la sangre, los recuerdos rabiosos, los niños vulnerados, las casas sucias, las calles desesperadas, las inyecciones de insulina, los lubricantes, las despedidas, las pérdidas, las sábanas y los amantes.
1209 En el siguiente sueño un libro apareció en tu casa. Allí se encontraba información acerca de la enfermedad mental. El libro aparecía en el mismo momento en el cual yo aparecía. Estábamos sentados en un parque, y si lo recuerdas bien, yo te dije dónde se encontraba el libro; debajo de qué mueble, mirando hacia qué dirección, sin haber estado nunca en tu hogar, pues todavía no me invitabas. Pero el cerebro (igual que hace con los recuerdos de todos los sueños) reconstruye esta memoria de tal manera que todo fluya de manera lógica, para eliminar la perturbación.
1210 En la siguiente escena me escuchas preguntarme si tu nombre es real. Después de todo, tus primeras palabras fueron falsas. Intentaron serlo. Ese no es mi nombre, dijiste, pero te equivocabas. No sabemos cuál es tu nombre, porque en el sueño no nos llamamos igual siempre, y nuestras mentiras son verdades inmutables en el otro lado del cilindro. Ahora no sabemos y estamos como al principio, pero no hay motivo para angustiarse. Tú me creerás a mí porque no tengo manera de ocultar quién soy; el mismo a uno y otro lado del espejo.
1211 Siempre estoy confesándote mi identidad. No estoy en el centro del espejo cilíndrico que te rodea, pero debería haber maneras de que pudieras hacer contacto conmigo. Cuando estuvimos desnudos frente al espejo me revelé otra vez, pero algo te impidió mirar la imagen. El espejo en ese baño era bidimensional, común, tangible. El nerviosismo, que nunca se presenta en ti, hizo que siguieras ese camino circular y sin principio que es la casa invisible. Si por un segundo tu mirada hubiese buscado tu cuerpo en el espejo terrenal lo encontraría; si hubiese buscado el mío la visión se llenaría de vapor, de ceniza, de incredulidad, de espanto, de nada.
. . .
Escrito por Nôd, 11:53 PM
Más pajaritos
La mañana del 7 de julio de este año, un día después de las elecciones, un par de amigos intercambian impresiones por teléfono, a pesar de vivir en el mismo edifico en Polanco:
ÉL: Estoy contento por el triunfo, creo que tú y yo somos los grandes ganadores de esta chingadera de ayer, nos salió de poca madre.
ELLA: Estoy contento por ti, a mí me fue bien, yo gané tres gobernaturas, yo, yo, yo solita, y ahí están, pero me da mucho gusto que haya salido lo de Convergencia, por ti. ¿Tú que vas a hacer?
ÉL: Voy a estar en mi casa y voy a dar entrevistas
ELLA: Te recomiendo que no te vayas a pelear con el PRI y que tengas mucho cuidado con el Presidente Fox. Ahora sí necesito que me ayudes por aquel cuate, no te hagas tonto, te lo pido
Es la trascripción de una llamada telefónica interceptada. ÉL es Jorge Castañeda; ELLA, la maestra Elba Esther Gordillo. Los grandes amigochos.
Hace un par de semanas le sacaron un panfleto a la Gordillo. Incluía una serie de trascripciones de llamadas entre la maestra y diversos personajes. El supuesto objetivo del libelo era exponer las maniobras de la mentada, así como el alcance de sus influencias. Y vaya que lo logra. El documento comprueba que la Gordillo no tiene miramientos y que si se trata de hacer política ella no se anda con jueguitos. Curiosamente, entre las grabaciones no sale a la luz ningún ilícito por el que se le pueda perseguir penalmente
de lo más que se le puede acusar es de ser dura, lépera, y consciente de sus influencias.
Castañeda vive en el mismo edificio que Gordillo; de hecho, ella es su casera. Otra bonita conversación se da cuando la maestra le comparte sus preocupaciones a Georgie, respecto a sus aspiraciones de lideresa de bancada en el Congreso:
CASTAÑEDA: Alfredo del Mazo se va a ir con Chuayffet, ése no va a jalar contigo, ni tampoco el chupacabras de Arturo Montiel, aunque te haya dicho que te va a ayudar
GORDILLO: No creas, traigo muy grillado al chupacabras y a los otros gobers que lo siguen, hasta el momento me han sido útiles y tengo que jugar así si queremos lograr lo que nos interesa
El deporte favorito de los detractores políticos (y de muchos funcionarios) es el espionaje telefónico. Recordé este tema cuando Russell compartió un intercambio entre el Jefe Diego y su socio Lozano Gracia.
Escuchar llamadas ajenas es juego de niños. Lo sé porque cualquier empresa de investigación de mercados que hace encuestas por teléfono tiene acceso a este servicio. Supongo que cualquier individuo con un buen contacto en TELMEX (lo cual que no es difícil) puede llegar a practicar este sano deporte.
GORDILLO: A Emilio Chuayffet hay que darle en la madre
CARLOS OLMOS (director de comunicación del ISSSTE): Muy bien maestra, muy bien.
GORDILLO: No lo sueltes, dale con todo, con todo, ¿no?
OLMOS: Perfecto.
Nuevamente Castañeda y Gordillo. La maestra había visitado a Martha Sahagún un día antes:
CASTAÑEDA: ¿Cómo te fue a ti ayer con Marta?
GORDILLO: La dejé impresionada con el poder que tengo
CASTAÑEDA: ¿Cómo estuvo?
GORDILLO: Le demostré el poder que tengo
Sólo como nota curiosa: ¿Saben quién es un comprobado experto en organizar prácticas de espionaje? Betito Madrazo
(Las conversaciones fueron tomadas del número 1400 de Proceso)
¡Que se diviertan el fin de semana!
Lic Osorio
Escrito por Lic Osorio, 11:52 PM
Nubecita
El periódico es uno de esos pasatiempos que acostumbro para intentar atisbar en lo insondable. Sé que lo que me llega a través de ellos es, a lo sumo, una transcripción de la realidad desde el muy particular punto de vista y de las necesidades del que escribe. Y de las necesidades del jefe que solvente sus emolumentos. Pero a fin de cuentas, es una de esas actividades en las cuales no soporto ser interrumpido, y menos soporto que alguien exista a un metro a la redonda y me llegue con la preguntita:-¿estás leyendo?- no, coño!, estoy esperando tener una epifanía.Pero no suelo contestar lo anterior, y solamente esbozo una leve sonrisa, mientras remojo el hígado en un caldero hirviente y me preparo a tragarme lo que me quede de comida (casi siempre leo cuando como, en la hora que tengo entre mi horario de asalariado)para emprender la huida lo antes posible y que mi indeseado (a) interlocutor (a) no termine con mi sopa Maruchan rellenándole el oído medio. O desearle que caiga fulminado por un rayo. Y precisamente me sucedió esta situación el día de hoy. Me senté en el comedor de la oficina, saboreando de antemano mis sandwichitos hábilmente preparados por la cajera del supercito cercano y abriendo la sección internacional, cuando se abrió la puerta y apareció una compañerita, ensalada en una mano y botellita de clight en la otra, con una sonrisa. Sin mediar algún otro comentario me espetó: ¿vas a leeeer?, al tiempo que se acomodaba justo frente a mí y comenzaba a platicarme que ayer fue al cine y que la película estuvo...blabla...A los dos segundos le dejé de prestar atención y me le quedé mirando...como queriendo que algo pasara, que se fuera. Y de repente, no se porqué diablos, imaginé que sobre su frente aparecía una pequeña nube de color verdoso, fosforescente...con una fecha en número y letras negras: 28 de enero de 2003. Y de alguna manera supe que ese era el día de su muerte. Esa imagen me a acompañado a lo largo del día.¿Qué pasaría si, desde que nacemos, traemos sobre nosotros esa nubecita?, ¿Cómo veríamos por ejemplo, a alguien en la calle, en el camión, en el metro, con una fecha próxima a cumplirse digamos, al día siguiente? ¿estaría en el metro o jugando a la ruleta rusa?, ¿Acaso no le sonreiríamos, le cederíamos el lugar? ¿Le diríamos que lo sentimos? ¿Qué personas escogeríamos como amigos, como pareja?, ¿Si me queda un año de vida robaría un banco, porque si me atrapan de todas maneras ya ni importa? ¿existirían los bancos? ¿Habría clubes que digan "Sólo se permite la entrada a los que van a morir esta semana?, ¿Si alguien sufre un accidente se le dejaría morir puesto que de todas maneras dentro de exactamente quince días dejará de existir?, ¿Qué haría yo al saber mi propia fecha?...Imaginé a una calle atestada de gente, todos con su respectiva nubecita. Y con esta idea me ha entrado cierta inquietud, un sentimiento de que el tiempo no tiene sentido...para la muerte.
Saludos
Lic. Gonzales
P.D. Cuando me dí cuenta nuevamente, mi compañerita estaba acomodándose en la boca la fresca cuarta parte de un tomate, mirando hacia la ventana...quizá ella pensaba lo mismo...o en la barba partida de Antonio Banderas.
Escrito por Lic Gonzáles, 11:51 PM