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17 de Octubre 2003
Vacío
En la ciudad de Ramala un hombre y una mujer cruzaron sus miradas al inicio del tiempo de la cosecha. El sol se ponía y la caricia del viento adormecía los prados.
Esa mirada significó su primer pacto, y desde entonces no se separaban.
Tres otoños después, uno acostado al lado del otro sobre las hojas tibias que cubrían el campo, descubrieron que a través de sus dedos podía transportarse el espíritu, y el espíritu del hombre visitaba el alma de la mujer entrando a través de las manos, y la mujer le devolvía la visita así, con los ojos cerrados, mientras la noche suave los envolvía.
No volvieron a mirarse, y se amaban.
Cinco cosechas pasaron y el hombre y la mujer estaban sentados uno al lado del otro, en silencio, mirando una tormenta que de tan lejana parecía hermosa e inofensiva. La tormenta golpeaba las montañas. Sin decir palabra y sin mirarse, de los ojos de ambos brotaron unas extrañas lágrimas; lágrimas de alegría al comprender súbitamente que su comunicación era tan grande, que a partir de esa tarde no tendrían necesidad de tocarse. Y a partir de ese momento se amaban más que nunca.
Pero las lluvias con el correr de los años se hicieron más fuertes; los ríos impetuosos se acercaron más a los corazones y arrastraron el pesado lodo que derrumba chozas y esperanzas.
En momentos aciagos y desesperados, los ojos del hombre se cruzaron con los de la mujer. Él sólo atinó a decir:
"Te quiero".
Se llenaron de vergüenza. Bajaron la mirada y caminaron, en dirección opuesta, para no volver a encontrarse jamás.
Publicado por Nôd 17 de Octubre 2003 a las 11:54 PM