« Marzo 2001 | Página principal | Noviembre 2001 »

29 de Septiembre 2001

Las paredes blancas

I

El domingo salí a comprar al mercado. Adquirí nopales, aguacates, espinacas,
plátanos y manzanas. El lunes en la noche lavé los nopales, los corté. Piqué
cebolla. Freí todo junto. Me senté en el sofá pensando que tenía miles de
páginas dentro de mí, que por el momento tenía disponibles unas doscientas.
Tomé una aguja, y la metí sucesivamente en cada uno de los agujeros de la
regadera. Nuevamente pensé en las mónadas, y en Leibnitz. Y en el silencio.
Luis me dijo el martes que yo había sido grosero. Lo acepté, pero le dije
que me parecía un poco menos educado reventarle una botella en la cabeza a
alguien, como él lo había hecho alguna vez. Y nos reímos de buena gana.

El sábado voy al aeropuerto, llega un hombre. El viernes llega una mujer. El
martes pasado recibí una llamada de Mérida. E hice una cita para diciembre.
Los nopales adquirieron una consistencia firme, y tuvieron un sabor tan
agradable. Hoy salí a comer a una banca del parque. Llovía. Caminé entre los
pinos, bajo la lluvia. Ella toma medicamentos, él toma medicamentos (unos amigos).
Diagnósticos de depresión y de ansiedad. Compré café, 18 rollos de papel
higiénico, nuggets de pollo y de pavo, carne de res molida. Vi la Edad de
Oro. Comienza con un documental sobre los alacranes. Termina con una pasaje
del Marqués de Sade. Sólo que Buñuel cambia al protagonista, El Duque, por
Cristo, quien comete las peores atrocidades. Ayer robé cien pesos del
bolsillo de una señora, y ya no corro cuando alguien en la calle me pide una
moneda. La lucidez me atrapa.


II

Llevo un año viviendo en esta ciudad. Casi un año en el departamento. Las
paredes son blancas, como las páginas que intento llenar, que intento. El
gran murmullo del tiempo y de la ciudad me han adormecido, pero un súbito
temblor de tierra me saca del marasmo, me grita mi nombre (que ha cambiado
para estos momentos). Me siento, miro las paredes. Necesito llenarlas.
Revuelvo los cajones, no hay gente a mi alrededor, he precisado de esta
soledad para volver a tomar el lápiz. ¿Ha pasado un tiempo necesario? Me
asomo a la ventana: Hoy es hermoso, las montañas aparecen en todo el valle
de México. Voy a estar un rato más aquí, unos años. Después quiero describir
otros cielos, quiero...

A veces visito el bosque. Las ardillas se acercan, no tienen miedo. Yo no
tengo miedo al paisaje, ni a moverme, a dejar cosas atrás...algo me impulsa
a buscar. A veces siento frío. Me gusta el frío. Recuerdo cuando vivía en el
trópico, cuando sonreía al sentir el calor, sonreía porque sabía que era
algo pasajero, como unas vacaciones largas. Hice amigos, y allí están. Pero
ahora yo estoy en el frío, y me gusta. Me pregunto cómo es el clima que toca
tu piel ahora; debe ser cálido. Cada faceta de la naturaleza que está en contacto
contigo hace evolucionar el mundo, le da sentido a las cosas. Sobra decir el especial cariño que siento por ti, y por eso las palabras ya no transmiten, pero sí la naturaleza.
Voy a cubrir las paredes de fotografías, de lo que ha sido mi vida hasta
ahora. No me iré de esta ciudad sin tenerlas repletas, porque cuando deje a
la ciudad de México será para escribir otras historias. Tal vez algún día te
mire a los ojos otra vez. Tal vez. Mientras tanto, cierro los míos. Te miro en una
fotografía mental en blanco y negro, sentada, con tu sonrisa hermosa, apenas
perceptible. Te veo escuchándome, me veo a mí mismo leyéndote algo. Te veo
el alma y siento que a través del mundo puedo hacerte llegar algo,
fortaleza, tiempo, deseos, esperanzas, no sé qué. Sólo sé que estoy
trabajando, llenando los espacios en blanco, mirándote.

Escrito por Pável, 3:07 AM