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14 de Julio 2005

Si sucedieron cosas macabras o sospechosas durante la Fête du Canada podría asegurar que fue más de una y no precisamente al conjuro de una melodía en particular (aunque no logro quitarme de la cabeza dos piezas de Barry Adamson). En términos generales el cometido de permanecer sobrios fue cumplido a cabalidad tanto por Luis como por mí, aunque es sabido que una noche en vela también produce estados alterados de la conciencia y yo no había dormido el día anterior. De cualquier manera los ebrios fueron los otros: los invitados de Katia y los colados que fueron mayoría tal como lo esperábamos. El balance de los daños mirado bien no fue tan siniestro: Una silla de madera rota, restos de simicondón en el sofá y una llave perdida. Procedimos a cambiar la cerradura al día siguiente.

Fête du Canada, 1° de julio, 2005 Recordé la pesadilla de la noche anterior; allí a mitad de la fiesta: En el sueño me encontraba recostado en el sofá mirando Lost Highway cuando de repente caían sobre la estancia pedazos de carne cruda seguidos de una lluvia roja oscura, bastante desagradable y apestosa. Me fui a servir un refresco para distraerme un poco en medio del barullo. Me encontré con Katia ya con cierto estado de intoxicación, puesto que se puso a hacer aquellas confesiones que sólo se producen en conjunción con ciertos grados alcohólicos en el organismo.

Comenzó con las declaraciones etílicas tradicionales; que si había conocido la verdadera amistad en México, que si la gente inculta y pobre era la más noble porque compartía todo lo que tenía, bla bla bla, etcétera, etcétera, etcétera. El hilo negro pues. Todo esto me lo decía mientras cortaba en cuadros unos panecillos sobre la mesa y mientras yo asentía en silencio pensando “ay Katia, tuviste que venir hasta aquí para darte cuenta”. Y de repente, sin más ni más, dejó de cortar el pan, puso el cuchillo entre ella y yo y dijo: “Tú no estás bien” Se hizo una pausa mínima y luego repitió ante mi silencio “Yo sé que tú no estás bien. Tú sabrás mucho, pero no estás bien”. Lo tomé al momento como el exabrupto de un ebrio y esperé después una especie de perorata moral. Pero después de la repetición de su diagnóstico siguió cortando el pan y hablando de sus hallazgos “profundos” como si nada. Sin embargo, el "tú no estás bien" tuvo repercusiones en los días posteriores (como en su momento referiré) y más que un episodio aislado puede considerarse como otra de esas señales que le plantean a uno dudas existenciales intensas, como por ejemplo: ¿Tuvo Katia lo que Jung llama un "estado numinoso"? ¿Vislumbró algo no evidente gracias a su estado alterado de la conciencia? ¿La frase tuvo efectos en mí debido a mi propio estado alterado de conciencia? ¿Debo volver a comprar cerveza barata en las ofertas del supermercado?

(...)

Publicado por Pável 14 de Julio 2005 a las 10:04 AM