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9 de Abril 2004
Y pronunció una palabra
Soy muy torpe con el piano porque aprendí muy tarde, a los treinta y cinco. Casualmente hoy mi es cumpleaños cuarenta y es mi debut en el bar del hotel. Estoy nervioso y no puedo concentrarme en otra cosa que no sea el piano y la canción que canto. Pero no necesito observar el rostro del caballero inglés sentado en la barra para saber que ha quedado extasiado con la sola visión de Brigitte, la francesa. Me concentro en el marfil y en la partitura, pero la suerte está echada para aquel hombre. Como suele suceder en las cabezas masculinas, el inglés cree que él ha descubierto a Brigitte esa noche. Brigitte lo vio por la tarde, en la playa y lo escogió para ella ese día.
Brigitte no estará en la ciudad al día siguiente. Quizá nunca más. Siguen otras ciudades. Los hombres son parte del paisaje, parte de la aventura, parte del movimiento, parte de la canción de Serge en cuya duración se habrá concluido una seducción. Yo no los miro y no necesito mirarlos; estoy en el bar cantando lo que sucede, y tres horas después estaré en silencio respondiendo una pregunta tramposa de la francesa cuando el inglés duerma.
Elle ne porte rien / ella no porta más
D'autre qu'un peu / que la loción
D'essence de Guerlain / esencia de Guerlain
Dans les cheveux / para el amor
Un intercambio de miradas, un roce de manos, una palabra, frases hechas ("no dejes para mañana...")
Ya está.
Ahora soy la música de fondo; después quizá, en la habitación, un cenicero o el espejo que responderá a la pregunta...
Publicado por Pável 9 de Abril 2004 a las 11:28 PM