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28 de Enero 2004
Abandono (2)
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Desde la mesa del café se observa perfectamente la casa de Don Gustavo. El jardín pequeño pero cuidado; el abeto; la puerta y las ventanas de caoba. Hace minutos que Héctor no toca su bebida. Acaba de repasar la primera vez que vio (y besó a Cinthia); aquella ocasión en la cual un impulso suyo lo llevó a la situación actual. La siguiente imagen que llega a su mente es Cinthia en el departamento de él desempacando sus cosas, unos meses atrás. La mudanza de ella se limitó a tres maletas desgastadas, dos de ellas llenas de sus aditamentos de trabajo: El uniforme, la cofia, las jeringas, el estetoscopio, los termómetros. Material de enfermería. Recuerda perfectamente que ella colocó todo su instrumental sobre la cama, ordenándolo en un ritual que a Héctor le pareció fascinante y atractivo.
Tan absorto estaba en sus recuerdos que la aparición de Cinthia en la calle le tomó desprevenido, a pesar de que la esperaba. Su corazón le dio un vuelco. Automáticamente miró hacia el otro extremo. Los dos policías vestidos de civil se acercaron a paso veloz en dirección a ella. Cinthia se percató del hecho y apresuró su paso hacia la puerta del viejo Gustavo. Sin embargo los policías le dieron alcance justo cuando ella metía la llave. Un intercambio de palabras (Héctor hubiera querido leer los labios en ese momento), ningún tipo de violencia, ninguna resistencia, ninguna perturbación siquiera por parte de ella. Cinthia siempre era Cinthia en todo momento: Indescifrable, imperturbable.
La acompañaron a un auto. Justo antes de entrar a él, Cinthia se detuvo un momento. Buscó con la mirada. Héctor se aterró: A pesar de que era casi imposible ser visto por la disposición de su mesa, casi pudo sentir los ojos de ella encontrando y descifrando cada rincón de su alma. Una sonrisa, y luego la chica abordó el vehículo.
El corazón, a punto de explotar.
Publicado por Pável 28 de Enero 2004 a las 08:05 PM