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30 de Enero 2002
La política gringa: Mis cuates y yo.
Tengo una empresita. Un cuate mío se lanza (término yucateco para se postula) como candidato a un puesto de elección popular. Me pide o le ofrezco algún dinerito para que se ayude en su campaña. Claro, si resulta ganador, yo espero que desde sus nuevas funciones muestre algo de agradecimiento hacia mi persona.
En términos muy simples, ése es el caso Enron. Sólo que la empresita que yo tengo es uno de los principales administradores de energía del país; el puesto al que se postuló mi cuate fue la presidencia de los EE.UU. (obteniéndola) y el dinero que le presté lo saqué del fondo para las jubilaciones de mis trabajadores.
Este bonito modelo empresa-que-apoya-campañas-presidente-agradecido no es ilegal en EE.UU, pero en muchas ocasiones sí es dañino para la salud. Puede provocar el suicidio. No sé si sea o no legal en México, pero Foz debería dejarse crecer la barba y ponerla a remojar, dada la peculiar alegría con la que reproduce ciertos modelos de administración.
En términos realistas, es posible que toda campaña de postulación al puesto de máximo ejecutivo de la República haya tenido apoyo de la iniciativa privada (hablamos por supuesto, de la era PRI y de la actual). Allí están los Slim, los Azcárraga, los "amigos" y un largo etcétera. De dónde toma dicha iniciativa privada el dinero para financiar a sus cuates, ahí está lo roñoso del asunto. Es muy probable que en México nunca sepamos el monto exacto que le fue quitado a los trabajadores en pensiones, jubilaciones, repartos de utilidades, cuotas del Seguro Social, prestaciones de ley, y hasta en los propios ahorros (en los últimos sexenios a los candidatos les da por tener amigos banqueros)
Como bien dijo Fidel Velásquez, que en paz descanse y en el infierno esté, a todo ese dinero se lo llevó el diablo.
Las argentinas y el gran cacerolazo.
El sábado pasado sonaron muchos hijueputas sobre Reforma. Atraído por el acento peculiar con que eran entonados estos himnos de reconciliación, me acerqué a la pequeña pero jariosa congregación de manifestantes. Eran en su mayoría mujeres, y en su mayoría, argentinas, aunque justo es decirlo, azuzadas por la mexicana Jesusa Rodríguez. En ese lugar, frente a la embajada argentina, convocaban al gran cacerolazo para este sábado 2 de febrero. Ya les contaré. Para asistir no me mueven más que nobles objetivos: La solidaridad, el morbo y el chisme. Y las argentinas. No necesariamente en ese orden.
Sube sube sube
Sube la luz, pero no la de la razón.
Y me gustaría comentar algo acerca de este gran prócer de la humanidad, el abad Shulemburg. Lo dejo para la siguiente.
Que tengan bonito día y que haya mucho sol.
Publicado por Lic Osorio 30 de Enero 2002 a las 12:48 AM