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29 de Diciembre 2006

Cancún. Quizá se trate de una distorsión de las percepciones. Algún bicho me picó en la Huasteca y ahora cargo con una alteración de los sentidos que me hace imposible destruir la superposición de imágenes a donde quiera que vaya. En esta ocasión frente a mis ojos se mezclan el azul imposible, el imposible cielo y la tenaz blancura de la arena con los negocios de prostitución de menores, el paso de las lanchas con droga, los ejecutados. La decadencia cabe en muchas postales. Coño, se me acaba de ocurrir una campaña. Tomas postales convencionales de Tailandia, Cancún, Río de Janeiro u otro destino paradisíaco. En la parte posterior, en lugar de la habitual información turística (“Cada año visitan 2 millones de turistas este fabuloso destino atraídos por el clima, las aguas cristalinas y la increíble arena”) pones unas líneas sobre los principales espantos que ocurren en el lugar (“Cada año son explotados aquí miles de niños sin que las autoridades parezcan percatarse”)

Curioso. Me doy cuenta que al cerrar los ojos, sólo se mantiene lo lindo.
Los abro inmediatamente.

Publicado por Pável 29 de Diciembre 2006 a las 02:43 AM