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23 de Agosto 2005
... Las singulares experiencias de Jung le llevaron a pensar que debía existir alguna razón que llevase a los individuos a convivir con las fantasías atemorizantes; que por algún motivo nos asaltan imágenes tanto involuntarias como inquietantes. Así concibió que era inútil tratar de luchar contra los pensamientos más desagradables, morbosos y siniestros que el cerebro (alma) generaba. Tratar de negarlos desencadenaba en neurosis y demás psicopatologías. Aceptar esta parte oscura, inconsciente, e integrarla por completo a la psique era lo mejor y ésa debía ser la parte del proceso psicoterapéutico. El total contacto, aceptación e integración de nuestra sombra era lo que él llamaba proceso de individuación.
Pero, ¿cómo se formaban estas visiones? ¿De dónde venía el material para su elaboración, si muchas de ellas parecían demasiado alejadas de la experiencia cotidiana de los individuos?
El profundo interés de Jung por la religión le llevó a transitar este camino. Se puso a estudiar los paralelos entre las visiones y sueños de diversos individuos en diferentes culturas, así como los símbolos surgidos en distintas épocas y latitudes a lo largo de la historia. Por supuesto, como todo aquél que busca encuentra, Jung encontró las similitudes que buscaba. Ató los cabos que llenaban sus expectativas. Dio con el concepto de inconsciente colectivo y aquí se alejó de la escuela psicoanalítica tradicional. Creyó que los seres humanos compartimos cierto bagaje predeterminado. Este bagaje que compartimos como especie se manifiesta a través de símbolos. Algunos de los símbolos más recurrentes, significativos y poderosos son los llamados arquetipos. Por ejemplo, en muchos sueños y visiones aparecen figuras de autoridad, figuras maternas, figuras salvadoras, figuras heroicas, figuras amenazantes. Estos personajes son los arquetipos. El reconocimiento de los arquetipos nos lleva al contacto con el inconsciente colectivo, y facilita el proceso de individuación.
Uno de los arquetipos más importantes es la representación de lo opuesto, el arquetipo llamado anima en el caso de los hombres, y animus en el caso de las mujeres. Aunque Jung, al igual que Freud, no parecía hacer mucho caso al género femenino, así que más bien hablaba de anima. Simpáticos muchachos.
Enfrentar al anima, integrar lo opuesto, es una de las etapas fundamentales del proceso; es un trámite, un puente hacia la individuación. El anima surge de la sombra, con la cual estaba confundida en principio. El anima se convierte en la guía definitiva hacia el inconsciente colectivo y sus arquetipos.
Por supuesto, ciertas imágenes femeninas son las portadoras de la imagen del anima. Podemos reconocerlas también en ciertas personas. Pero la activación en nosotros del anima y los demás arquetipos requiere de ciertos momentos especiales; la activación del arquetipo se basa, probablemente, en una modificación del estado de la conciencia.
Alteraciones...
Publicado por Pável 23 de Agosto 2005 a las 03:30 PM