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30 de Junio 2005
Tomé un avión y me fui a ver a los amigos el fin de semana. Pasé la noche de San Juan, la noche de los aquelarres y los diablos en una playa de la Península. Escribí unos signos satánicos sobre la arena el viernes con la punta del pie izquierdo, recordando viejos tiempos. Luego, la tarde del sábado viajé unas cuatro ó cinco horas en autobús para llegar donde Vanessa en Chibxuluc. Ahí dormí al aire libre sobre una hamaca, sin un solo mosco que me molestase. Desperté tan feliz y relajado que la sonrisa todavía me dura.
Y me dura a pesar del desmadre que insiste en instalarse sobre Insurgentes. Hubo otra marcha joven. Eso y el metrobús. Eso y la interminable cirugía plástica del aeropuerto.
Eso y Ángela que debía volver a Texas el pasado lunes, pero en lugar de tomar el avión tomó un resfriado. Delta Air Lines canceló su vuelo sin compensarla. Tuvo que pagar otro boleto. Ángela clama venganza. Así que ahora estamos pensando en hacerle pasar un mal, muy mal rato a la compañía aérea.
Eso y la mujer que estaba comprometida en matrimonio en una ciudad de provincia y que está dispuesta a huir y dejar al novio plantado para (dizque) venir a vivir conmigo, cual guión de telenovela barata. Yo me tengo la culpa, sí. Yo. Y pienso si este es un buen momento para meterme en problemas o mi sentido lúdico simplemente ya no conoce límites ni riesgos. Reconociendo mi cadáver. Así veo a alguien (¿Luis?) en unos cuantos días. La gente del norte se toma ese asunto del abandono muy en serio.
Eso y Eve que se está peleando con su amante mexicano y aún así planea venir al país, sin mucho dinero. Mezcal is better than mexican boys, I said.
Eso y la fiesta de Canadá mañana viernes en nuestro departamento. La despedida de Katia también, en el mismo evento. Ahora me encuentro compilando una selección musical para la velada. He incluido Something Wicked this Way Comes de Barry Adamson, parte de la banda sonora de Lost Highway, mi peli favorita. Me falta la piscina, pero siempre quise incluir esa pieza en una fiesta que yo ofreciera. El momento ha llegado y sólo espero que al conjuro de esta música algo macabro ocurra (tal como en la película). Antes o después de decirle a Cynthia lo que tengo que decirle. Bueno, mejor después. Cyn me ha confirmado su asistencia (parece que viene la comitiva sudamericana) y espero que todo sea sencillo y no me enrede con mis palabras. No será nada fácil considerando que debo cuidar a la tropa de intoxicados desconocidos que deambulará por mi casa. Por lo demás Luis y yo estamos tomando las precauciones necesarias por si el asunto termina en bacanal y necesitamos extinguidores y salidas de emergencia. Monelle sigue haciendo caso omiso ante la orden Matar y sólo es feliz cuando escucha Juguete así que no contamos con ella para controlar borrachos. Mi estrategia será hacerme el ebrio y mantenerme alerta. Un poco lo que he venido haciendo desde que regresé a esta ciudad de la desesperanza, a la grande babylon.
Anne, ayúdame.
Lena, ayúdame.
Sentido del humor, sálvame.
Publicado por Pável 30 de Junio 2005 a las 04:43 AM