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20 de Junio 2005
Cosa terrible es desayunar escuchando Pueblo Blanco de Serrat. Seis y media por la mañana, un plato de cereal y un café negro humeante al frente, con la mirada perdida, pensando en por qué me quitaron dos árboles y construyen condominios allá afuera. Es una de esas mañanas que en el imaginario colectivo están perfectamente ligadas al Distrito Federal; fría, gris, el sol no asoma y cuando asoma no calienta. Extraña mañana de verano.
Pero cosa terrible, decía, es escuchar la voz de Serrat quebrándose sin quebrarse; ustedes saben, esa voz de Serrat de los setentas, esa voz diciendo:
Por sus callejas de polvo y piedra
Por no pasar, ni pasó la guerra
En Pueblo Blanco, la canción más rulfiana que yo haya escuchado, ésa que viene en la joya de álbum llamada Mediterráneo. Contundentes, sombríos, los versos y la instrumentación me llevan hacia episodios específicos de mi infancia, con mi padre ceremonioso poniendo el disco de vinilo, encendiendo un cigarro y perdiendo también la mirada en el horizonte:
Y me pregunto por qué nacerá gente
Si nacer o morir es
Indiferente
En este momento me llevo las manos a la cabeza y suelto la primera exclamación; altisonante y lépera; solo, en la sala de mi casa, como si no pudiese creer que sea posible decirse así lo que estoy escuchando, de esa manera tan grave y tan verdadera. Pero no es todo...
Y morir por morir
Quieren morirse al sol
La boca abierta al calor, como lagartos
Medio ocultos tras un sombrero de esparto
Y los arreglos y los violines y otra vez mi sobresalto: ¡No mames! ¡Cabrón! ¡Hijo de puta!
Y mis manos cubriendo mi boca, mis ojos; las manos que tiemblan cuando intento beber el café...
Escapad gente tierna
Que esta tierra está enferma...
Toma tu mula, tu hembra y tu arreo
Sigue el camino del pueblo hebreo...
Y si te toca llorar
Es mejor frente al mar...
Cabrón, hijoeputa. (Definitivamente las notas que gotean de la guitarra, y los violines entrando a ese tiempo son también culpables de que todo lo dicho sea absoluta, pesada y contundentemente cierto...)
Si yo pudiera unirme
A un vuelo de palomas
Y atravesando lomas
Dejar mi pueblo atrás
Juro por lo que fui
Que me iría de aquí...
Pero los dos versos finales (los que no revelaré aquí por si no has escuchado esta canción), los dos versos finales podrían provocarte un infarto, dejarte ciego o mudo por el resto de tus días. Hijo de la chingada.
Aparece Katia en la sala, se cruza de brazos y dice Tengo frío
(Ha hecho mucho calor en los últimos días. Y yo pienso: Sí, es la canción; es lo que pasa con Pueblo Blanco... ya la quito)
Y la quité porque tenía que salir a la mañana, a imaginar un diálogo en Basel, Suiza.
Publicado por Pável 20 de Junio 2005 a las 12:18 PM