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4 de Enero 2005
Una invitación aceptada
Gabriel Velázquez Suárez tenía la satisfacción que siente el pícaro cuando una frase ingeniosa llega en su auxilio en el momento oportuno. Ahora había invitado a la joven periodista a la reunión que unos amigos suyos habían organizado, y conducía hacía una exclusiva zona de la ciudad. "No tiene por qué quedarse todo el tiempo; en el momento que usted desee puedo llevarla a su casa" le había dicho el pintor a la joven. Pero en aquella frase realmente se encontraba una descarada invitación a pasar la noche con él. "Quizá en el transcurso de la velada descubra usted algunas cosas interesantes de su entrevistado para complementar su artículo" había agregado Gabriel refiriéndose a sí mismo en tercera persona. La invitación a la reunión fue aceptada con una leve sonrisa por parte de la periodista y tácitamente (pensó Gabriel) la invitación a la cama también había sido aceptada.
(Y no es que todas las mujeres quisieran ir a la cama con Gabriel ni mucho menos. Físicamente era poco agraciado y para su edad se había descuidado bastante. Pero llevaba largo tiempo estudiando el lenguaje de las mujeres y sabía cuándo los gestos de una inequívocamente significaban una aceptación de sus insinuaciones. Además él sabía que la fealdad física era fácilmente aplastada por el peso de un nombre, de una reputación, de una fama sólida y creciente como la suya, que aunque tarde había llegado. Bajo esta perspectiva, ningún artista podía ser feo o poco atractivo. "El aura del artista aún funciona" se dijo el pintor regocijado al tiempo que estacionaba el auto.)
Publicado por Pável 4 de Enero 2005 a las 05:31 PM