« Aguas... | Página principal | 5. a state of life that calls for another way of living. »

19 de Marzo 2004

Abandono (3)

Reacciones


El auto con los policías y Cinthia se ha ido. Temeroso, Héctor sale lentamente de la cafetería. Ahora le viene a la mente otra escena de meses atrás, cuando él y ella ya se habían visto tres veces, y otras tantas habían hecho el amor.

Héctor se recuerda en la parada de autobús esperando. Era el primero de una larga fila. Es importante que situemos a Héctor en una ciudad relativamente grande, porque es en estos lugares donde se producen aglomeraciones; necesitamos que la fila sea lo suficientemente larga. Héctor se percató que una de las personas del fondo era la propia Cinthia. La miró en silencio, sonriendo. Cuando se disponía a llamar su atención sucedió que ella (al parecer) también percibió a Héctor. Y retrocediendo dos pasos, se ocultó detrás de una persona.

Héctor había tomado este incidente como banal aunque su cerebro lo haya registrado en algún oscuro rincón y ahora emergiese con nuevos significados. ¿Por qué había reaccionado Cinthia de esa manera? En su momento él se convenció que ella realmente no lo había visto; de haber sido así (se aseguró a él mismo) ella hubiese levantado la mano, o hecho cualquier otro gesto para saludarle. Pero ahora cambia, corrige el recuerdo: Cinthia sí lo había visto. Era seguro.

¡Pobre Héctor! Si él fuese el omnisapiente novelista sabría los motivos de ella; entraría en su cabeza y desentrañaría la cadena de hechos que le hicieron dar dos pasos y ocultarse de él. Pero no puede, y ahora estos pequeños detalles en un principio nimios se suman a su tortura, a su creciente remordimiento.

Pero es extraño también que en este momento, el omnisapiente novelista tampoco pueda entender ni inventar las razones de Cinthia; se limita a levantar la vista, mirar sus manos y encontrar en ellas migajas, piezas sueltas, balbuceos, simples conjeturas.

Publicado por Pável 19 de Marzo 2004 a las 06:34 PM