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14 de Febrero 2004

Amistad

24. Lo peor que podría pasarle a una amistad es convertirse en un club de elogios mutuos. Sería triste tomando en cuenta que el trato social de por sí está lleno de loas superfluas, cuando no francamente hipócritas. El peligro sería llegar a pensar que nuestros amigos son en realidad siempre talentosos, siempre certeros, infalibles, siempre lúcidos. Que son gente diferente y muy por encima de los demás, de una categoría superior, con virtudes especiales. Porque pensar así podría ser el reflejo de la propia complacencia al extender en el otro lo que pensamos que somos; puesto que se supone que una persona tan “especial” como yo sólo tiene amigos “especiales”. Un flaco favor representa el “amigo” que todo nos festeja, que todo nos alaba, que oculta nuestras debilidades y que nunca nos critica. Un amigo en realidad no está a lado nuestro para hacernos la vida más fácil, sino todo lo contrario: Para permitirnos visualizar mejor nuestros defectos, para ayudarnos a enfrentarlos con éxito. Un amigo debería estar dispuesto a darnos una oportuna zancadilla para que nos demos cuenta en caso de error, si no existe otra manera de que nos demos cuenta; debería tener la fortaleza necesaria para sacudirnos moralmente cuando nuestras incongruencias son perjudiciales para nosotros, para los demás. Un amigo debería ser un antídoto social para nuestros naturales sesgos egocéntricos. La mejor muestra de amistad que alguien podría otorgarnos sería un hermoso ramillete de preguntas punzantes, oportunas, que pongan en entredicho nuestra opinión, nuestra manera de pensar, ver y sentir al mundo. ¿Estás seguro de lo que haces? ¿De lo que dices? ¿De lo que piensas?¿Te parece que tienes la razón? ¿Podrías estar equivocado?

Para corresponder a tan inapreciable regalo y sin temor alguno podríamos hacerle a nuestros amigos nuestras propias preguntas de vez en cuando. Nunca caer en el juego de las mutuas complacencias; nunca convertirse en el espejito maravilloso que nos diga siempre lo bellos que somos, cuando no lo seamos. Eso es demasiado infamante para la característica social más humana y útil que existe.

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Publicado en El Infausto Florilegio por primera vez el miércoles 10 de mayo de 2000.
Editado: 14 de febrero 2004.

Publicado por Pável 14 de Febrero 2004 a las 04:46 AM