el club de los insomnes

Frau Shellhaas, mi nueva maestra de alemán, planeaba unas vacaciones de un mes en Ciudad de México, pero hubo un cambio de planes. "Me enamoré" dice casi apenada. Mi rostro toma un aire benevolente y remato mi gesto con sonrisa sardónica. No le digo nada, sólo lo pienso: "Ya. Ya se te pasará". Ahora ella planea quedarse por un tiempo indefinido, y por supuesto tiene que trabajar. Allí es donde entran mis clases.

Dependiendo de la temporada, noticias como ésa provocan en mí un mayor o menor grado de cinismo, pero estos días suelo tomar las cosas hasta con cierta ternura. Mi humor es impecable. Ello se debe a que he hecho un recuento de lo obtenido este año, y no ha estado mal. Casa nueva, trabajo nuevo. Y las ideas fluyen. También estoy feliz por la ceremonia de diciembre. Creo que la pasaremos muy bien.

El buen humor se apodera de mí y al llegar a casa preparo mi cena mientras me tomo un whisky. Escucho a Clinic y sigo con Ute Lemper. Recuerdo que estoy cumpliendo 3 años de vida de soltero. Me decido por sopa de coditos. También decido, en ese preciso momento, que en la historia alguien tiene que estar organizando un crimen. He aquí las instrucciones (para la sopa, no para el crimen... aunque si sale mal lo primero se convierte automáticamente en lo segundo):

Pique un ajo. Pele dos papas previamente lavadas y desinfectadas. Pele 4 zanahorias previamente lavadas y desinfectadas. Tenga perejil y sal a la mano. Ponga las papas y las zanahorias a cocer. Vierta el ajo. Tenga dos cubos con glutamato sódico a la mano. Se puede añadir pimienta también.

Cuando las papas y las zanahorias estén a punto de cocerse, añada el perejil, sal y pimienta al gusto. Entonces ABRA EL SOBRE CON LA SOPA YA PREPARADA Y VIERTA SU CONTENIDO EN EL RECIPIENTE.

Son buenos tiempos para los solteros. Buenos para mí al menos.