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31 de Diciembre 2005
Entonces a algunos, para mantenerles despiertos, les dan a leer ese abominable libro, el Pequeño Tratado de la Desolación Humana. La imaginación de los infelices hace el resto: Lo que cuenta el Tratado es tan aborrecible que una sola línea basta para perturbar un alma débil. Las imágenes generadas por el texto (pues sé que el libro no contiene ilustraciones) son imborrables y crean una obsesión morbosa. Sin embargo, sé que este no es el caso suyo. A usted no le fue dado leer ese libro. La sombra de sus ojos refleja otro tipo de obsesión..."
Una hermosa obsesión pensé, pero de todas formas no le creía mucho al hombre frente a mí. Sabía que hablaba a tientas, explorando el terreno con avances generales y subjetivos. Como cualquier charlatán, médico brujo.
¿Un poco más? dijo acercándome el termo con la bebida caliente. Asentí en silencio. Después de dos sorbos, quise provocarlo con ironía:
Déjeme ver si entiendo. Usted me está diciendo básicamente que estoy siendo objeto de un timo. Que fui a un centro de rehabilitación y tratamiento de trastornos del sueño por un problema de insomnio y allí, en vez de ayudarme, lo que hacen es asegurarse de que el problema continúe. ¿He comprendido bien?
El hombre ensayó una sonrisa detrás de la taza humeante. Si comprendió o no mi sarcasmo, nunca lo sabré.
Yo no lo llamaría un timo. De alguna manera ellos quieren solucionar su problema, como le llama, pero quizá no de la forma como usted esperaba
Yo lo que quiero es dormir, dormir al menos 6 horas cada noche, como todo el mundo
El hombre río por primera vez de manera estruendosa.
Perdone. Para empezar, se sorprendería si supiera lo que duerme la gente en estos tiempos. Segundo, a eso mismo me refiero: Usted cree que la solución es volver a dormir de manera normal, pero... no lo tome a mal: Usted me recuerda el chiste del paciente que se orinaba en la cama ya adulto. Quinientas sesiones de psicoanálisis. El tratamiento terapéutico fue tan exitoso que el tipo seguía orinándose en la cama, pero ahora ya le valía madres."
No me pareció chistoso. Insistí en seguir su juego.
"¿De qué otras maneras mantienen a la gente despierta?"
Hay muchas, mi estimado. Pero supongo que le gustaría saber de qué manera lo mantienen despierto a usted.
Pues sí, dígame.
Le han ayudado a reconstruir, enfrentar y vencer una de sus pesadillas recurrentes. Usted ha pasado la barrera de lo terrible y se ha quedado extasiado, estacionado en una experiencia numinosa; suspendido. Su tiempo subjetivo no está corriendo. Su carne y sus huesos envejecen, pero su conciencia ha quedado atrapada en un punto en el tiempo.
Ahora fui yo quien hacía esfuerzos por no reír. El hombre se levantó y me guió hacia la parte posterior de su humilde casa.
"Venga, le quiero enseñar algo."
Me sorprendió encontrar un librero de buen tamaño entre las gallinas. Escogió un libro, casi diría que al azar, y de él obtuvo un pedazo de papel con unos dibujos. Me los mostró.
"¿Qué es lo que mira usted aquí?"
Era lo siguiente:
Evidentemente, eso era un rectángulo. Y a su lado un círculo Pero doscientas cincuenta sesiones de interpretación me habían dado el suficiente vocabulario como para despacharlo y sorprenderlo, así que sin pensar le solté:
Eso es un témenos.
Luego señalé el círculo.
Y eso es un mandala. Los dos son espacios sagrados delimitados.
Me quedé callado con una sonrisa de triunfo. El hombre miró al piso, sonrió y negó con la cabeza.
¿Lo ve? Mi querido amigo; usted está condenado: Esto es un simple rectángulo. Y a su lado, sólo hay un círculo. A usted ya me lo jodieron.
Publicado por Pável 31 de Diciembre 2005 a las 07:30 PM