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22 de Marzo 2005
Tema no tan retro (1)
Tomé el autobús de medianoche para llegar a Xalapa poco antes de las cinco de la mañana, con el objetivo de sentarme bajo un árbol tropical y planear mi vida nuevamente. Estoy sentado en la cafetería de la estación mirando los números rojos del reloj marcando las 4:48 de la mañana; en una ciudad húmeda las madrugadas suelen ser un poco frías así que es un buen momento para tomar café. Bromeo: En Veracruz cualquier momento es bueno para eso. Adquiero mi café de una máquina y me siento en una de las mesas. Abro mi agenda antigua y junto a ella abro la agenda nueva para copiar nombres, teléfonos, onomásticos, citas, aniversarios, recordatorios... pronto me doy cuenta que esta mañana no será, que simplemente hoy no se me dará esto del Plänen machen. Ich weiss nicht; hay algo que todavía me distrae; ¿El olor del café? ¿La humedad? ¿Las aves que comienzan a despertar? ¿El encanto de esta otra ciudad que tampoco es la mía? die Stadt ist genauso interessant; justo aquí afuera la vista es selva y montañas; neblina; flores y pájaros que quizá nunca hayas visto. Aún mantengo un idilio con el paisaje, siento su llamado a pesar del frío y de la oscuridad. Tal vez en distintas ciudades sea un espíritu común de la naturaleza el que me llama (la "naturaleza" también es el asfalto y el ultrasonido; la grúa y el rascacielos). Espero a que haya un poco más de luz para salir a caminar y dirigirme al centro de la ciudad a unos cuantos kilómetros. Ahora que me doy tiempo para recordar mientras camino vienen a mi mente otros recorridos hechos a pie en lugares muy diferentes; como cuando Luis fue a visitarme a Yucatán en sus vacaciones de verano en el 99. Caminos unos siete kilómetros desde un cenote en Dzinup hasta Valladolid; por supuesto que siete kilómetros no es mucho, pero en ese entonces había unos 35 grados centígrados, a diferencia de ahora que las reses y las naranjas suelen morir a causa de las intensas nevadas yucatecas. Como sea, en aquella ocasión caminamos por el borde de la carretera buscando la sombra de los flamboyanes y para mejor soportar el calor y la falta de agua que puede desquiciar a los hombres nos fuimos cantando a la vera del camino; antiguas melodías que le fueron enseñadas a Luis en su paso por el coro jesuita de La Tercera Orden cuyas letras trastrocamos para mejor enzalzar a Belcebú, señor de las moscas.
Y también recuerdo esta última vez en diciembre, cuando junto con Liz en Bonn caminé desde Hauptbahnhof hasta el Kunst und Ausstellungshalle der Bundesrepublik Deutschland para ver una exposición egipcia que aparentaba ser muy chula, donde supuestamente se encontraba el señor Tutankamón pero no se encontraba. Sí, después de recorrer todas las salas no me quedó más remedio que preguntarle con mi pésimo alemán al guardia "Disculpe ¿Dónde está Tutankamón?" a lo que me respondió primero con esa sonrisa tan bonachona y estruendosa que ustedes tienen para luego aclararme que el sarcófago era demasiado grande y pesado como para ser llevado a las Alemanias. Claro que le entendí. Ustedes serán muy puntuales y ordenaditos pero al menos en México lo que está en el póster es lo que voy a mirar en el interior del museo; si no, ¿para qué lo ponen?
Y justo ahora recuerdo lo de Bonn porque para mi sorpresa encuentro al faraón en una calle cercana a la Terminal de Autobuses de Xalapa, aunque en su versión mexicana de entrada de tugurio; más que Tutankamón podría casi llamarle don Tuti y no se ofendería:
Pero ahora en Xalapa quiero despejar mi mente, mirar hacia adelante, tal vez perderme en algún parque, dejar pasar el día sin preocupaciones. Voy a transitar esta mañana de domingo a través de la neblina que baja de las montañas, a descubrir los helados de exóticos sabores debajo de los kioskos, a perseguir sombras en las callejuelas y a esquivar perros vagabundos que se empeñan en seguirme. Quién sabe, tal vez más adelante sea guiado hacia un pequeño pueblo cerca de aquí donde las calles tienen olor a frutas frescas y a café.
Publicado por Pável 22 de Marzo 2005 a las 03:12 AM