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16 de Marzo 2005

Desconocidos y pastillas para dormir

La otra noche...

Quizá no te interese; siempre que decido largarme las cosas se me figuran un circo: La gente y sus pulseras ridículas, la ciudad repleta de esos panfletos estúpidos y los taxistas preguntando mi opinión; y les digo que el mundo está lleno de opiniones baratas (¿para qué más?) y les planteo que lo importante es el registro, para inmediatamente retractarme y decir que tampoco, que existe demasiada información almacenada ya. Entonces me pongo los audífonos y me aíslo y dejo al taxista con la palabra en la boca, pero comento que la entrada a esta calle se ha vuelto difícil y él me cuenta de otra calle en la misma ciudad que se ha puesto más difícil aún o difícil para el vehículo o más difícil para ambos e inmediatamente agrega que uno ya no sabe qué esperar del clima. Pero la otra noche estaba en otra ciudad, en otra calle, escuchando acerca de la soledad y del espacio, de las ondas electromagnéticas y de los niños callejeros, y había papeles de colores colgando y música a todo volumen en las camionetas por las avenidas. También encontramos unas paletas congeladas de fruta muy sabrosas y junto al kiosko seguí escuchando una historia de paseos solitarios y encuentros con niños y caminatas en las montañas con personas especiales para uno. Porque las personas no son “especiales”, sino “especiales para uno”; por ejemplo esa señora que vende flores y parece tener frío me importa muy poco. Pero la chica a mi lado en la banca, que lleva esa cámara y me cuenta de sus escrúpulos puede que sea especial para uno, para dos o para mí. El viento realmente sopla fresco y es hora de los abrigos; no tanto como cuando se está en medio de las montañas y solo, o no tanto como cuando se está totalmente solo. Entonces comprendemos (la chica y yo) que cuando cada uno va al cine solo en sus respectivas ciudades quizá forma parte de una cofradía de inconnus que practica un ritual a distancia para exorcisar a más de una pesadilla. Y quizá no te interese, pero la otra noche también conté una pequeña historia acerca de dormir en estas calles, en la Alameda, con mariachis, putas y borrachos deambulando, y se me fue dicho que yo no hablo mucho, pero cuando hablo puedo contar algunas historias. C fini por hoy y vuelta a la rueda. ¿Y tú cómo has estado?

Publicado por Pável 16 de Marzo 2005 a las 12:56 PM