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11 de Mayo 2004

El Oso, el puercoespín y el zorro

Osotes

Jeffrey Davidow, ex embajador estadounidense que vivió la transición entre Ernesto Zedllo y Vicente Fox, publicó hace unos meses su libro. En él, Davidow hace un análisis bastante objetivo de la relación que guardan dos países tan distintos como interrelacionados: México y Estados Unidos. El título del libro alude a una imagen de lo que pueden representar estos dos países, El Oso y Puercoespín; el Oso es un muy buen ejemplo de la fortaleza y el poder de nuestros vecinos del norte, se puede decir que no hay rival que le haga frente; sin embargo, si debido a su tamaño o naturaleza no alcanza a notar donde se encuentra ubicado el puercoespín (México), puede llegar a lesionarlo. Si bien es cierto que el animal que tiene necesariamente las de perder es este último, con esta acción el oso seguramente saldrá bastante lastimado por las espinas. A esta relación se podría añadir un actor más, el zorro, que habita en el mismo bosque y es un enemigo “natural” del oso, a la vez que su presa. Siguiendo con la analogía, Cuba es el zorro astuto, evasivo, reservado. Un zorro que había mantenido una relación de convivencia con el puercoespín, si bien es cierto que esta convivencia basaba su regular respeto y calma en una comprensible búsqueda de certidumbre en las políticas internas e, incluso varias veces, en un mutuo interés y utilitarismo.

Los recientes escándalos, tristemente célebres debido a su cotidiana ventilación y manoseo por parte de los medios de divulgación (no de comunicación como tradicionalmente se les llama), alcanzó su cenit en el momento que funcionarios del gobierno mexicano retiraron a Roberta Lajous, embajadora de nuestro país en la isla, y le solicitaron encarecidamente a su homólogo cubano acreditado en México que hiciera lo propio (aunque para su retiro le concedieron 48 horas, tiempo más que suficiente para hacer al menos seis comidas, cinco más que las permitidas a Fidel Castro en la cumbre de Monterrey). Este escándalo a la mexicana se hace aún más notorio por las sospechosas señales que el oso ha dado en los últimos días al puercoespín y que tienen que ver con el zorro. Dejando de lado las camisetas del Che, la quema de banderas “yanquis” y efigies de Bush, de lanzar lodo y consignas contra el imperialismo, es por demás evidente que Estados Unidos ha metido las manos y ha contado con el respaldo, colaboración o franca inocencia del gobierno mexicano. No es de extrañar (el propio ex embajador de México en Cuba, Ricardo Pascoe, dixit) que el mismo día y casi a la misma hora de que el Canciller mexicano ordenaba el intercambio de embajadores, Perú anunciaba que retiraba al representante de su gobierno en la isla. México, a su vez, ha mostrado lo que ha sido una constante desde su inicio: falta de adecuada dirección operativa, escasez de talentos que encabecen las secretarías de Estado, deficientes relaciones entre poderes y candidez y ausencia de tacto político y diplomático en situaciones delicadas, inesperadas o conflictivas. Es preciso recordar que el mismo Pascoe había enfrentado uno de los primeros “rounds” entre los gobiernos mexicanos y cubanos, cuando un grupo de ciudadanos habaneros entraron por la fuerza y se autoasilaron en el edificio de la embajada de México en Cuba, movidos por rumores de que el gobierno mexicano recibiría en su sede diplomática a todo aquél que quisiera abandonar la isla (posteriormente insistentes versiones señalarían que el encargado de haber propalado estos rumores era nada más ni nada menos que Secretario de Relaciones Exteriores mexicano en ese entonces, Jorge Castañeda). Cuando sonó la campana, los cubanos que quedaban en la embajada tuvieron que salir y regresar a su “esquina”.
¿Qué ha propiciado la aparición de la peor crisis diplomática entre ambas naciones en los últimos 100 años? Para comenzar, se puede señalar que desde que Fox asumió el poder, las relaciones entre él y el George Bush fueron de encuentros y cercanías, lo que vislumbraba un alejamiento con Cuba por obvias razones. La primera visita que Bush Jr como presidente de EU hizo al extranjero fue a México. La prensa internacional dio cuenta de la fraternidad reinante entre los mandatarios de ambas naciones, hasta que el 11 de septiembre truncó este idilio político, en parte al prolongado titubeo de Fox en respaldar a su homólogo estadounidense, siempre dispuesto a desenvainar la espada. Y ya sabemos que a Bush le ponen de malas los titubeos de los demás. Quizá para reconciliarse (y en pos de ese sueño dorado de establecer un tratado de inmigración entre ambos países), el gobierno mexicano protagonizó el bochornoso espectáculo del “comes y te vas”, aderezado por el adjetivo de “ardidos” que les endilgó a funcionarios cubanos el entonces Canciller Castañeda. Fidel Castro ya había puesto su granito de arena, al afirmar en diciembre de 1998 que debido al Tratado de Libre Comercio entre México y EU los niños mexicanos conocían mejor a Mickey Mouse que a sus héroes nacionales. La escalada de desencuentros creció: al retiro sorpresivo e indignado en febrero de 2002 de Fidel Castro de la cumbre de Monterrey siguió la divulgación por parte del gobierno cubano de la llamada telefónica entre Fox y Castro, en donde claramente se escucha que el primero le pide al segundo que después de la comida por la Cumbre de jefes de Estado celebrada en esa misma ciudad, sea tan amable de retirase (no de la mesa, sino ¡del país!) para no incomodar a Bush, a lo que Castro responde con una perla: “¿algo más, Señor Presidente?” Nuestra diplomacia se vistió de luto y vergüenza, pero el último en enterarse (y a fe de los últimos acontecimientos parece que no se termina de enterar) fue el propio Fox. A este enrarecimiento de las relaciones siguió una falsa calma, que solamente esperaba por una chispa que encendiera de nuevo la hoguera. A la postre, no fue una chispa, sino un flamazo ginebrino lo que desencadenó la actual crisis diplomática: el reciente voto de México en contra de las políticas cubanas por los derechos humanos. Debido a este voto, crecieron las sospechas acerca de la conversación telefónica que Bush hizo a Fox muy temprano por la mañana, tres días antes de que se efectuara la votación que a la postre fue desfavorable para el gobierno de la isla. La cereza que coronó el pastel fue la deportación cubana del empresario argentino avecindado en México Carlos Ahumada, buscado por la policía mexicana debido a los celebérrimos videos que aparecieron en todos los noticieros de cadena nacional en México, en donde aparece entregando grandes cantidades de dinero a funcionarios mexicanos supuestamente para sobornarlos y verse favorecido con millonarios contratos con el gobierno de la Ciudad de México, gobernada actualmente por uno de los enemigos políticos más acérrimos de Fox, Andrés Manuel López Obrador. Cual regalo, el gobierno de la isla le agregó al deportado una nota, que más o menos informaba que devolvían al argentino capturado en Cuba ya que estaba involucrado en escándalos de tinte eminentemente político en nuestro país.
Con una actitud que algunos han calificado de histérica ante este comentario, el gobierno mexicano decidió “situar las relaciones entre ambos países en el plano estrictamente de negocios”, o mejor dicho, en un rompimiento técnico de las relaciones diplomáticas. Además de la nota que acompañó al argentino, esgrimieron como justificantes de esta decisión el hecho que dos miembros del Partido Comunista Cubano (el encargado del Departamento para asuntos de América Latina, José Arbesú y Pedro Lobaina de la sección México para la misma área) habían ingresado al país en abril de 2004 y se había reunido con representantes de varios partidos políticos mexicanos. Por tanto, los titulares de la cancillería y de la política interna nacional, decidieron que estos altos militantes cubanos se habían inmiscuido en asuntos de política interna y que este hecho era razón suficiente para que el gobierno mexicano tomara las acciones necesarias en señal de protesta. Siguiendo con la relación de sospechas, resulta intrigante que ambos funcionarios mexicanos no hayan revelado la naturaleza ni el contenido de dichas reuniones. Lo que sí han repetido es que en aras de preservar la seguridad nacional se reservan el derecho de no publicar los datos concretos que prueben que efectivamente los dos cubanos trataron asuntos concernientes a política o soberanía mexicana; también afirman que tienen todo el derecho de conducirse con mutismo en este tema, ya que así lo permite el artículo 13 de la (gran paradoja mexicana) “Ley de Transparencia y Acceso a la Información” aprobada recientemente por el Congreso de la Unión. Sin embargo, esta negativa por parte del Secretario de Gobernación a difundir la información relativa a las reuniones y su comentario acerca de que de la misma se podrá hacer pública dentro de ¡doce años!, parece un pretexto burdo que en realidad busca ocultar la sospecha creciente que se tiene de que esas reuniones no representaron injerencia alguna de extranjeros en nuestra política interior, y simplemente fueron reuniones como las que en forma frecuente se llevan a cabo entre actores políticos mexicanos y extranjeros.
Con relación a estos encuentros entre militantes cubanos y mexicanos tres preguntas pueden plantearse: ¿Por qué el gobierno mexicano esperó más de un mes para hacer públicos estos encuentros y tomar las 4 medidas que creen necesarias, y ahora las toma cuando el gobierno cubano los pone en jaque con el envío de Ahumada?; si realmente los dos cubanos en esos encuentros trataron asuntos de política interna con algunos políticos nacionales, ¿entonces por qué el gobierno mexicano no ha llamado a cuentas a estos últimos ni ha abierto alguna línea de investigación entre los involucrados mexicanos, como estipula la ley, sobre todo en los casos en los que se ve comprometida nuestra soberanía nacional como afirma el gobierno que este escándalo representa? (máxime que esta lista de políticos ya la ha hecho pública el propio gobierno cubano, por lo cual no se puede pensar que el gobierno de Fox ya ha iniciado la investigación y no la ha dado a conocer para no entorpecerla). El hecho de que el gobierno de México sepa, como él mismo afirma, desde hace tiempo de estas reuniones entre políticos mexicanos y extranjeros, de su frecuencia, naturaleza y contenidos, ¿no habla al mismo tiempo de que ejerce vigilancia sobre los actores político nacionales, lo cual lo emparentaría (aunque guardando las proporciones) con el gobierno cubano?. Si tomamos en cuenta que al hacer evidente esta vigilancia y que Fox desaprueba tajantemente estas reuniones, cuando él mismo visitó a disidentes del régimen de Fidel Castro en su visita a Cuba sin siquiera informar que pensaba hacerlo, se hace evidente que el actual gobierno mexicano sigue refinando el delicado arte de escupir para arriba.

Cartón del Fisgón para la Jornada, 07-05-04


Publicado por Lic Gonzáles 11 de Mayo 2004 a las 03:08 PM