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30 de Abril 2004

Niñerías

(o, por qué no hay que ser como los niños)

Ilustración por Edward Gorey

El 30 de abril se conmemora el día del niño en este país. Tomando lo anterior como pretexto vamos a hablar un poquito acerca de los infantes. Específicamente intentaremos hacer trizas esa soberana tontería que a la letra dice: “Hay que ser como los niños”. ¿A quién se le ocurre?

No nos mueve más que el beneficio público. Por ello ilustramos qué sucedería si la gente adulta se lo tomara en serio e intentara “ser como los niños”.


Ejemplificaremos conductas típicas infantiles e ilustraremos qué pasaría si repitiésemos los mismos patrones en nuestra vida adulta. Comenzamos:

dedillo Los niños son dependientes. Ejemplo: Cuando son muy pequeños, no pueden ir solos al baño.
¿Cómo se reflejaría esto en un adulto?: No podríamos ir solos al cine. O al baño.

dedillo La gran mayoría de los pensamientos de los niños son irracionales. Dan explicaciones mágicas a las cosas que no entienden. Ejemplos: Creen en la existencia de seres perversos como el coco, el tucho, el diablo, brujas, fantasmas, hombres-lobo, etc.
¿Cómo sería esto en un adulto?: Creeríamos en astrología, cartas astrales, supersticiones, psicoanálisis, libros de autoayuda. Pensaríamos que los males del mundo son obra de seres perversos como Bush, el coco, el tucho, Blair, el diablo, brujas, fantasmas, hombres-lobo, Carlos Salinas, etc.

dedillo Su lógica es deficiente. La estructura de sus conclusiones deja mucho que desear. Su capacidad de análisis es limitada. Son simplistas. Ejemplos: Si los regaña una figura de autoridad (su mamá por ejemplo) concluyen que ésta “ya no los quiere” o que hay algo “mal” en ellos. Si en cambio la desaprobación proviene de un referente poco importante, ni caso le hacen.
¿Cómo sería? Cuando algún ser querido nos llevase la contraria, nos mirase feo, nos desaprobase o nos dejase de hablar, nos sentiríamos una caca. Si en cambio cualquier pelagatos rebatiera nuestras opiniones, sin más lo tildaríamos de pendejo, desinformado o intolerante y voltearíamos a otro lado.

dedillo Creen que sus padres o ídolos nunca se equivocan.
¿Cómo sería?
Creeríamos que nuestros ídolos (el subcomandante Marcos, Noam Chomski, Naomi Klein, el Papa, etc.) nunca se equivocan.

dedillo Los niños son fácilmente impresionables. Basta con hacerles un truco de magia para encandilarlos.
¿Cómo sería…? Nos dejaríamos embobar fácilmente con trucos baratos de mercadotecnia. Libracos de ínfima calidad como El Código Da Vinci nos harían plantearnos “profundas reflexiones”. Pensaríamos que los hermanos Wachowski son el non plus ultra de la vanguardia cinematográfica.

dedillo Suelen darse al chantaje emocional ante la frustración. Ejemplo: Se ponen a llorar cuando su madre no les satisface sus caprichos.
¿Cómo sería…? Nos pondríamos a llorar cuando _____________ (la vida, la gente, dios, el presidente; llene el espacio) no nos satisfaciera nuestros caprichos.

dedillo Son maniqueos: Creen que en el mundo existen “los buenos” y “los malos”. Por supuesto, ellos son de “los buenos”.
¿Cómo sería…? Pensaríamos que el mundo se divide en buenos y malos. Por supuesto, nosotros seríamos de los buenos (o de los malos, si eso es lo más cool.)

dedillo Requieren y buscan la aprobación social, y sus comportamientos son dirigidos por la necesidad de sentirse parte del grupo, aunque dichos comportamientos no tengan mucho sentido ni para ellos mismos. Ejemplos: Conductas de imitación. Les piden a sus padres la misma mochila del niño de al lado.
¿Cómo sería…? Iríamos corriendo a comprar bolsas Vuitton y accesorios Armani. Llevaríamos el cabello como The Strokes o The Mars Volta. Peor aún: Escucharíamos a The Strokes o The Mars Volta.

dedillo Los niños son ingenuos. Cándidos irredentos. Ejemplo: Cuando tienen miedo por las noches, piensan que al cubrirse con una sábana están protegidos. Creen que el mundo es color de rosa y que “el amor todo lo puede”.
¿Cómo sería…? Cuando tuviéramos miedo de las situaciones, evadiendo la realidad nos sentiríamos protegidos. Creeríamos que el mundo es color de rosa y que “el amor todo lo puede”, hasta que un par de bofetadas nos den un ligero indicio de que tal vez estemos equivocados.

Basta. Suficiente.

Es un alivio saber que el rumbo del planeta está en manos de gente madura.

Publicado por Pável 30 de Abril 2004 a las 12:22 AM