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2 de Diciembre 2003
Perseguido
No volverá a suceder. De esto tendría esperanzas si yo no me conociese un poco.
Que al pasar por la casa donde te quedabas; por la estación del metro donde nos citábamos; que al caer una hoja del árbol que yo miraba al escucharte, no me vendrán a la cabeza las imágenes de nuestros momentos.
Si no supiese lo que sé acerca del comportamiento humano, me quedaría el doloroso misterio de cómo es que se producen estas asociaciones; de cómo es que a veces escucho tu risa, siento tus manos, veo tu cuerpo en la ausencia física. Pero sé lo que sé.
Si yo no fuese tan racional no me explicaría los mecanismos de la nostalgia en términos de ecuaciones cognitivas. Me sentiría desconcertado al llegar el frío, sentir el viento y la noche; al oir esa balada triste que habla de otros tiempos y que me traen en ráfagas memorias de tus gestos, de tus silencios y tus desplantes. Pero soy racional y los explico.
Si yo no fuese tan cínico no sonreiría para enmascarar un vacío; no cantaría para recrearme en tus palabras ambiguas, no bailaría ridículamente en las callejuelas nocturnas rumbo a mi casa, cada vez que tu fantasma se hiciese presente. Pero soy.
Y lo único que me inquieta es que siendo cínico y racional; sabiendo lo que sé acerca de emociones, recuerdos, neurotransmisores y mecanismos de aprendizaje; sabiendo exactamente los pasos que tendría que dar para matar el recuerdo, aplastarlo y reducirlo hasta la insignificancia; lo único que me inquieta, repito, es por qué no doy esos pasos. Y entonces sí, cuando me doy cuenta de esta desidia, me paralizo en medio del parque y levanto la vista en busca de un signo; un rayo o un copo de nieve inmenso que me aplaste y termine de una vez por todas con esta disparatada comedia de la mente.
Publicado por Pável 2 de Diciembre 2003 a las 08:30 PM