el club de los insomnes

El error

Martes 9 de marzo de 1999
00.15

Este ha sido un día realmente glorioso; tan bueno que ahora me encuentro conmemorando la atinada selección de las frases para mi epitafio. Las noticias más recientes:

• Stanley Kubrick ha muerto.
• Alex obtiene una cita.
• Me dicen que no insista.
• Le digo a C. que la Ciudad de Ángeles me trae buenos recuerdos.
• I. me desea suerte (pobre).
• A. me dice que haga todo lo que está de mi parte para resolver el problema.
• J.C. viene a verme. Me habla de su propia clavadez.
• Esta noche no dormiré.
• G. me dice que cometí un error, inevitable, pero error al fin y al cabo.


Quisiera elaborar de manera sucinta el conato de idea acerca del error, iniciada hace unos meses, debido principalmente a que la culpa u obsesión por haber cometido un error es un componente importante en el Síndrome de Clavadez.

El ser humano creó el error tal como inventó la pasta de dientes, las antenas parabólicas o los anteojos; es decir, con una finalidad: Hacerse la idea de que había “algo” mejor.

Pero nosotros no cometemos errores; quiero decir, no hay una alternativa que sea “la mejor” y otra que sea “la mala”, porque antes de tomar una decisión, antes de llevar a cabo una acción, las consecuencias del acto aún no existen. En teoría, puedo imaginar opciones, pero esas opciones todavía no son reales.

Cuando tomamos una decisión, cuando escogemos un camino en la bifurcación (bifurcación también inexistente quizás) es cuando los hechos se dan. Pensar después en lo que hubiera pasado si hubiéramos escogido la “otra” alternativa es masoquismo gratuito. Cuando procedemos a actuar de acuerdo a una vía, las demás alternativas quedan automáticamente destruidas. El aceptar o creer que hemos cometido un error implica hacer alarde de un conocimiento que no tenemos. Al decir “cometí un error” y dejar que esta idea nos atormente, estamos creyendo de manera cándida que existían las otras alternativas y que sus consecuencias, con toda seguridad, hubieran sido mejores; pensamos ingenuamente que el curso de acción tomado pudo haberse evitado.

En estricto sentido, toda alternativa tomada es una manera de avanzar en el tiempo, de llenar nuestra historia personal. Las consecuencias de una decisión son más o menos previsibles. Sus vertientes y consecuencias, neutras ante la naturaleza, se tiñen de un cariz positivo o negativo ante la interpretación humana. Todo curso de acción tomado es en potencia un error.

Uno de los postulados más importantes de esta tesis es que una vez elegido un curso de acción, significa que no pudimos haber elegido otro. Para la mente frívola y ligera esto no es más que determinismo. Para la mente ñoña y simple, es una contradicción del primer argumento porque sugiere la existencia real de las otras alternativas. Ni lo uno ni lo otro.

No es determinismo porque el sujeto elabora y decide qué hacer ante una circunstancia específica. Aunque las decisiones de los sujetos son predecibles con cierto grado de probabilidad, probabilidad obtenida mediante el análisis del medio y la historia de aprendizaje, siempre estamos hablando de una probabilidad, no de una certeza. Al final, quien tiene la última palabra es el individuo. Las otras alternativas no existen porque sólo se elaboran en potencia en la mente del sujeto; la única que va a existir es la que se va a llevar a cabo.

El que un individuo acepte esta decisión y sus consecuencias determina en gran parte su sentido de autoeficacia, y evita hasta cierto grado que caiga preso de la clavadez.





P.S. Querida y admirada C., mereces más que un post scriptum, mereces mil páginas grandes y pletóricas de tu significado, de tu mágica presencia en este derrotero de calamidades. Seguramente que has desencadenado una correspondencia con nosotros mismos, los que te conocimos, los que sabemos que el problema fundamental acerca de las cosas es pasarse mucho tiempo pensando acerca de ellas. Hablaremos de ti.






up side!

Publicado por Pável 9 de Marzo 1999 a las 12:15 AM