« Con seguro médico y pensión | Página principal | El Festival, un domingo enfermo y el cadáver de la señora »

24 de Marzo 2002

Teatritos

La cumbre de Monterrey fue pasarela de histriones: El sheriff de occidente Jorgito Bush, repartiendo justicia por doquier; el mesiánico Hugo Chávez pidiéndole a “Vicente” que no lo interrumpa (buen puntacho de parte de los organizadores de la ONU poner a Fox como moderador encargado del reloj, para que quede como niño regañado); el tibio Jacques Chirac queriendo hacer eco de la “globalización de la solidaridad” y terminando por hacer lo que guste y mande grigolandia; el “buen millonario” George Soros aprovechando su lugar privilegiado para la voz crítica… y Fidel Castro desarticulando todo el show con el suyo propio: Tres palabras suyas terminaron de arruinar la reputación de la política internacional mexicana, que había venido desmoronándose cual castillo de naipes desde la entrada del gabinetazo foxiano. Fidel se fue, en sus propias palabras, obligado por una “situación especial creada”. No dijo más y ni falta hizo, ya que la obstinación y torpeza de nuestros flamantes representantes terminó haciendo el resto. Pues en cuestiones de diplomacia el canciller Castañeda demostró, de una vez por todas, que tiene la misma delicadeza que Atila en su trato con delegaciones internacionales. Lo increíble fue encontrarlo explicándole a la prensa internacional que no hubo ninguna presión hacia Fidel Castro para abandonar la cumbre por parte del gobierno… del gobierno estadounidense (!) ¿Alguien me podría explicar por caridad por qué un canciller mexicano tenía que hacer aclaraciones en nombre de la delegación norteamericana? Y culminó con otra joya de tacto diplomático, apoyando la “ayuda condicionada” hacia los países pobres: Según él, es bastante sensato no prestar dinero a naciones donde no hay garantías de su buen uso, para que no terminen en manos de “dictadorzuelos” (sic). Lo bochornoso del asunto es que al parecer George Castañeda ya se tomó el asunto de manera bastante personal.

Y, hablando de consensos, ¿alguien de casualidad supo, leyó o se enteró de la opinión de Rusia, China, la India o de Brasil en esta fastuosa “cumbre”? Sus presidentes no asistieron, pero como el documento denominado “consenso” de Monterrey es más indeterminado que un horóscopo de Walter Mercado, pues no hubo mucha bronca es suscribirlo; a pesar de que las poblaciones de dichos países representen… el 60 % de la población mundial.

Quedan también de la cumbre las imágenes de la “batalla por las minifaldas” y, por supuesto, los desgastados y faltos de imaginación (y de argumentos) autoproclamados globalifóbicos, quienes al menos por estos rumbos demostraron una vez más que el mundo no se cambia gritando ni quemando banderas estadounidenses. Tal vez si hubieran sido más, al menos hubieran echado montón, como sucedió en otras partes del planeta para estas mismas fechas. En las manifestaciones de Barcelona y de Roma (esta última apenas ayer sábado 23 de marzo) las proclamas eran mucho más específicas, y por lo menos en poder de convocatoria, su grito mucho más contundente.


Publicado por Lic Osorio 24 de Marzo 2002 a las 02:54 AM